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26 de septiembre de 2023

Semilla del Son


SINOPSIS

Santiago Auserón se impregna de la sabiduría rítmica del son desde su primera visita a Cuba en 1984 y traslada luego ese influjo a su propia carrera musical, desarrollando un nuevo rock mestizo en español, tendencia que ya apuntaba en algunas de las canciones de Radio Futura.
 
En su proyecto Juan Perro se alían las esencias musicales de Cuba, de Nueva Orleans y de España. Su viaje parte de la tradición lírica española y vuela hasta el delta del Mississippi, con parada en el oriente cubano, para acabar fusionándose con el  blues y el jazz de Nueva Orleans.
 
La evolución artística de Santiago Auserón es un trabajo de creación orgánico que se alimenta de su faceta como musicólogo, a través de la cual ha venido desarrollando estudios en torno a la música negra norteamericana, caribeña e ibérica. Su alter ego Juan Perro no ha sido sino el laboratorio sonoro donde a lo largo de treinta años ha puesto a prueba sus investigaciones.
 
Parte de esa exploración vio la luz a principios de los 90 gracias a la antología Semilla del Son, primera compilación de música tradicional cubana, que se anticipó a otras producciones internacionales. El propio Ry Cooder descubrió las canciones de Compay Segundo gracias a un encuentro fortuito que mantuvo con Auserón en unos estudios de Madrid. Ello dio lugar al fenómeno de Buenavista Social Club. Los enviados del músico neoyorkino David Byrne -líder del grupo Talking Heads- se cruzaron con Auserón en sus pesquisas habaneras y aceleraron la maquinaria del sello discográfico Luaka Bop para editar su propia antología, que saldría después de Semilla del Son.
 
Con en mismo título, Santiago Auserón públicó en 2019 un libro que relata sus experiencias cubanas. La película documental Semilla del son viene a cerrar un ciclo cuyas consecuencias siguen expandiéndose. Es un tributo a un artista seminal del rock en español y a un musicólogo de referencia para todos aquellos que se interesan por el mestizaje musical. Una road movie que atraviesa Cuba de punta a punta, de la mano de una de las figuras más carismáticas de nuestra cultura.

LA PELÍCULA
POR SANTIAGO AUSERÓN

  
Corría el año de 1984 cuando un primer respiro en el trabajo de Radio Futura, que empezaba a hacerse reconocer, nos permitió saltar el charco en busca del misterio de la música cubana, casi totalmente desconocida –de manera incomprensible– por los aficionados españoles de entonces. En los viajes del grupo cavilábamos que allí debía de estar la pista del mestizaje entre el verso español y el ritmo negro, un apoyo para nuestra pretensión de aportar algo a la escena internacional. El primer paseo nocturno por las calles escasamente iluminadas de La Habana me hizo entender que nuestras esperanzas se iban a ver colmadas con creces, desde el momento en que empecé a cambiar impresiones con rostros africanos que hablaban con elegancia la lengua de nuestros abuelos. La música llenaba los rincones de la ciudad con una calidad sonora admirable y emotiva. De regreso a España con algunos fonogramas, su escucha atenta me convenció de la necesidad de estudiar a fondo el hechizo del son cubano.
 
En 1989 volaba de nuevo a La Habana con un acuerdo discográfico y un plan de edición titulado Semilla del son en la mochila, que presenté a los funcionarios de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales de Cuba (EGREM). Durante cinco semanas iniciales y luego en viajes sucesivos luché por rescatar cintas de archivos olvidados, reclamé la ayuda generosa de mis nuevos amigos habaneros y de la Embajada española, recorrí a pie muchos kilómetros de calles humeantes, mantuve largas conversaciones musicales hasta el alba. Algunos jóvenes de la isla no entendían el interés de un rockero “gallego” por la música de sus viejos. Frecuenté el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, viajé a Oriente en busca de soneros míticos y doctos especialistas, de archivos selectos que se ofrecían a ser fotocopiados. Finalmente, Semilla del son vio la luz en 1991, fue la primera antología internacional del son cubano, y obtuvo reconocimiento inmediato entre los aficionados al rock, al jazz y al nuevo flamenco en España.
 
En diversos encuentros organizados con ayuda de intituciones atentas al contagio cubano, tuve el privilegio de conocer e invitar a visitar nuestro país a una generación de soneros y rumberos que poseían el legado de todo un siglo musical: Faustino Oramas “El Guayabero”, Celeste Mendoza, Los Muñequitos de Matanzas, El Septeto Spirituano, Los Naranjos de Cienfuegos, Francisco Repilado “Compay Segundo”, Barbarito Torres. Grabé el primer disco de Juan Perro en La Habana (Raíces al viento), en la grata compañía de mitos musicales de altura, como Tata Güines y Pancho Amat. Produje en Madrid la Antología que abrió a Compay Segundo las puertas de su segunda juventud artística, con cerca de noventa años. Deje en manos de Ry Cooder un ejemplar de dicho fonograma, antes de que se le hubiera pasado por la imaginación la idea de Buenavista Social Club. Una vez puesto en marcha un engranaje imparable a escala planetaria, me dediqué a asimilar el aprendizaje en mi humilde proyecto, siempre en la cercanía de grandes músicos de Cuba.
 
El prestigioso cineasta Juanma Betancort, buen aficionado al rock, conocía mi trayectoria desde los días de Radio Futura. Como corresponde a un tinerfeño musicalmente inspirado, fue de los que entendieron desde el primer momento el sentido de mi viraje sonero. Su propuesta de convertir en película Semilla del son vino a coincidir con el momento en que sentí de nuevo la necesidad de viajar a Cuba, para tratar esta vez de poner a prueba el largo aprendizaje mestizo de Juan Perro y compartirlo con el exigente oído del público cubano. La investigación musicológica me había convencido en paralelo de la conveniencia de anclar en la Isla la búsqueda de un horizonte sonoro prometedor que concierne a todo el área de habla hispana. En estos últimos años, las actividades en La Habana o en Matanzas han dado a conocer mi repertorio en varios formatos y he entablado fructíferas relaciones de trabajo con el CIDMUC, con el Instituto Cubano de la Música y con la Universidad de las Artes, impartiendo conferencias y diseñando planes conjuntos de investigación que han de desarrollarse a ambos lados del Atlántico.
 
Nuestro proyecto Semilla del son–La película debe culminar esta nueva fase de aproximación al son y a la rumba, recoger la experiencia de décadas anteriores y proyectarla hacia el porvenir, arrojando nueva luz sobre el cruce de culturas que transformó profundamente el canto español, a la vez que surgían los géneros que definen la identidad cubana. La película está pensada como un viaje, road movie que ha de rehacer el trayecto mítico de Oriente a Occidente, por el que la evolución del son comparte la orientación de las transformaciones más relevantes en la historia de su pueblo. Será un viaje con parada en sucesivas estaciones, donde los nombres de las ciudades (Baracoa, Santiago, Guantánamo, Manzanillo, Cienfuegos, Sancti Spiritus, Pinar del Río, La Habana, Matanzas...) hablan de música, de sonoridades y géneros fascinantes: el son montuno, la vieja trova, el danzón y sus derivas, el changüí, el bolero, las variantes de punto campesino, el son eléctrico y la rumba, en la que necesariamente viene a desembocar toda pesquisa acerca de las relaciones entre el verso español y el ritmo de origen africano. Este espectro musical que recorre todos los grados posibles entre lo blanco y lo negro dará a la película Semilla del son valor de documento etnográfico.
 
A lo largo de encuentros musicales y entrevistas en parajes de gran belleza, el viaje renovado por la Cuba de nuestros días hará revivir espíritus de antaño a la vez que establece el diálogo con las sonoridades más recientes de la Isla, que acoge todas las influencias internacionales. El equipo de INSULARIA con Juanma Betancort al frente, responsable de piezas de reconocida excelencia, y mi propio equipo de LA HUELLA SONORA, que acumula una larga experiencia en colaboración con Cuba, abordan con ilusión y entera disposición este gran reto fílmico y musical, en el que la etnomusicología, sin dejar de ser cabal y rigurosa, quiere expresarse a través del lenguaje de las emociones.


SANTIAGO AUSERÓN.