En estas páginas el carácter de al-Mutasim emerge del pasado con verosimilitud. Su ánimo cambiante refleja la tensión entre la actividad literaria de la Alcazaba, a la que el rey se entregaba en compañía de sus poetas predilectos, y los conflictos que le amenazan desde el exterior.
Sometido a continuas presiones territoriales por parte de las taifas de Granada y Sevilla, de las huestes cristianas y de los almorávides que le asedian en sus últimos días, el rey poeta oscila entre los placeres de la corte, la atención al bienestar de su pueblo y las exigencias del campo de batalla.
Al-Mutasim se identifica también con la realidad fronteriza, con las luces y las sombras de su propio reino