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02 de julio de 2022

Crítica de «Libertad» en Ruta 66, por Kepa Arbizu

Cuando la trayectoria de Santiago Auserón se desligó de radio Futura y adoptó el alter-ego bajo el que en la actualidad se parapeta, no solo puso en marcha un proyeto con sus rasgos distintivos, sino que comenzó, o mejor dicho, profundizó, una tarea casi didáctica a la hora de buscar los nexos de unión entre las músicas de raíz anglosajona y latina. Una dedicación que alcanza un nuevo episodio con su actual trabajo, donde repite con la banda formada para acometer su anterior grabación, Cantos de ultramar. 

Un formato que nos sitúa, por su propia idiosincrásia, bajo ritmos de base jazzística, especialmente imperantes en canciones como Collar de cuentas y Magnolia. Más allá de su elegante excelencia, ese despliege instrumental actuará coo una extensa paleta cromática con la que aportar el contexto exacto que los simbólicos y talentosos textos demandan. A pesar de expresiones concretas estilísticas, como el bolero de La Última rosa, es en el cruce de caminos, en un terreno mestizo en definitiva, donde el álbum se proyecta en toda su inmensidad, superponiendo hemisferios y ofertando un cobijo hispano a expresiones de rock enérgico ( La ley del camino), funk trepidante (Extraños deseos) o el patibulario pero delicado blues del tema homónimo. Si tantas veces hemos visto manoseada y vapuleada la palabra libertad, Auserón recupera, a través de su pulso lírico, popular pero cultivado, su anhelada y determinante naturaleza. 

Crítica de Kepa Arbizu para Ruta 66.