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02 de enero de 2018

Crónica del concierto de Juan Perro en el Baluarte

Juan Perro vino al Festival Santas Pascuas con ese libro de estilo para presentar su último disco “El Viaje” aunque también ofreció las muchas caras de sus otros viajes planetarios hacia los ritmos del blues, del son, del jazz y de la poesía trovadoresca de habla hispana. Un concierto que llevaba consigo una gran expectación a juzgar por el lleno que registraba la sala de cámara del Auditorio Baluarte.

La banda de esta gira de 2017 está sujeta en sus directos por David Pastor a los vientos y el maestro del Taller de Musics Joan Vinyals a las guitarras. Completan la banda el bajista Isaac Col y el batería Pere Foved.

Vestido con traje, zapatos blanquinegros y sombrero, Juan Perro se presentaba ante el público de Baluarte con un “Como estáis Pamplona, ¡ya os echaba de menos!”

Abrió con “Ambar” apoyada en el fiscorno juguetón de David Pastor, un tema que en sus propias palabras unía el descubrimiento de la piedra semipreciosa con el rock and roll. Y es que el zaragozano sabe de lo que habla, el año pasado presentó su doctorado “Cum Laude” en filosofía sobre las prácticas musicales como medio de transmisión en la Grecia antigua hasta la llegada de la generalización de la escritura.

Este tipo de presentaciones previas a las canciones fueron la tónica general del concierto. A la manera de un trovador moderno y dotado de una erudición fuera de lo común, iba presentando las canciones que iba a interpretar mediante una introducción que en ocasiones contenía un ritmo poético en si misma.

En “El Forastero” narró sus vivencias del niño que salía a la puerta de casa al paso del visitante, contando que él era ahora ese viajante que los niños veían pasar y realizó su propia versión del nihilismo íbero en “Nada” con esa negación de los pensamientos que se produce en los diálogos en pareja.

En su paso por el álbum “Cantares de Vela” nos ofreció la apología del tabaquismo a ritmo de son de “El Cigarrito” y la bella y nocturna “No más Lágrimas” antes de internarse en los terrenos más cercanos a las músicas cubanas. En este terreno destacó “A Morir Amores” una reinterpretación con el estilo del culteranismo gongoriano a la que sumó otro gran grabajo en la parte de los vientos de David Pastor y el solo de guitarra del maestro Vinyals, algo que llenó de aplausos la sala cámara de Baluarte.

“Agua de Limón” nos transportó directos a los desfiles del “Mardi Gras” de Nueva Orleans y contó con el apoyo del público para completar la canción mientras que “Perla Oscura” convertía al conjunto en un gran combo de jazz. Con las guitarras “wah wah” y esa letra a modo de escalera de caracol que es “La Charla del Pescado” fundida en una jam sesión llegábamos a los últimos compases del concierto previo a los bises, no sin antes hacer una última parada dentro las músicas de raíz, en este caso norteamericana que es “Río Negro”.

Llegó la hora de los bises. En “Fonda de Dolores” se cruzaron los caminos de las músicas africanas con los ambientes más cercanos al son con otros grandes momentos de demostración de poderío de la banda, momento en el que se aprovechó para presentarlos uno a uno.

El Primer regalo de los bises fue “Semilla Negra”, la canción dentro del álbum “La Ley del desierto/ la ley del mar” que hizo entrar en la senda latina a Radio Futura. Durante la interpretación hubo momento para el recuerdo a los músicos de la tradición cubana como Abelardo Barroso ( “Guantanamera”), Miguelito Valdés y Benny Moré en “Mi Candela”, un tema cuyos versos sonaron chulapos en boca de Auserón(“al que es necio y al que sabe, para mi no hay lance grave, yo meto en guerra a cualquiera ,y si se me vuelve fiera, cierro y me llevo la llave porque yo como Candela”

El segundo regalo fueron sendas versiones, el precioso bolero “Hoy como ayer” de Beny Moré y “Blueberry Hills”, un tema que ayudó a popularizar el recientemente fallecido Fats Domino en el que la banda demostró su versatilidad como conjunto para tocar rythm and blues de corte clásico.

El último regalo de la noche en los bises fue la “Estatua del Jardín Botánico”, toda una sorpresa teniendo en cuenta que no se suele prodigar en este tipo de auto homenajes . La idea partió casi desde la improvisación según contó el propio Auserón y se llevó a cabo despojada de todos sus mimbres contando solo con la voz y la guitarra a la que se unió la voz del público que coreó de forma masiva esta canción que ya es historia dentro del rock hecho en España.

Con los acordes del “Norwegian Wood” de Los Beatles, la banda de Juan Perro se despidió de Baluarte entre aplausos y la seguridad de haber visto en concierto a uno de los músicos que mejor ha evolucionado hacia otras latitudes con el paso del tiempo, reinventándose con elegancia y haciendo de la búsqueda de las músicas basadas en la negritud el motivo principal de su discurso artístico.

Crónica publicada en Radar de frequencias.