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27 de septiembre de 2020

La pureza de la mezcla

Tampoco ha quedado indemne la programación prevista para conmemorar el siglo y medio de vida del teatro Cervantes: La crisis sanitaria ha obligado a suprimir y posponer algunos de los espectáculos, aunque otros se han mantenido en pie encarando la pandemia. Es el caso de la cita con Juan Perro, que, según lo planeado, llegaría a Málaga con Cantos de Ultramar, su nuevo trabajo, bajo el brazo.

Pero el disco, que tendría que haberse editado el pasado mes de abril, se publicará finalmente a mediados de noviembre si las circunstancias lo permiten. Y a pesar de que en los últimos meses Santiago Auserón no ha hecho más que enfrentarse, como la mayoría de trabajadores del sector cultural, a una considerable ristra de cancelaciones y aplazamientos —o precisamente por ello—, el cantante y compositor zaragozano ha apostado por mantener el formato de sexteto fijado inicialmente para su comparecencia en el Cervantes.

Aseguraba Auserón hace unos días que con Cantos de ultramar, un «proyecto panamericano», ha querido dejar patente «la experiencia de negros y mulatos que, cantando en nuestra lengua natal, la han modelado rítmicamente» a través de un proceso que ha cristalizado en «un asentamiento de sonoridades que abre nuevas posibilidades de la expresión en español». El álbum, por tanto, continuará indagando en la tradición de la música popular hispana aferrado a diversos sonidos procedentes de África, América y nuestra península, potenciando así la tarea que lleva desarrollando el que fuera vocalista de Radio Futura en las dos últimas décadas y que ha ido plasmando tanto en su producción discográfica (especialmente en Río negro y el formidable testimonio en vivo junto a su Zarabanda) como literaria, con dos sesudos estudios (El ritmo perdido y Semilla del son) dedicados al influjo negro y cubano en la canción española.

Parte del nuevo repertorio, que protagonizó ayer el comienzo de la actuación, se nutre del temario incluido en El viaje, trabajo editado en 2016 que recogía piezas escritas entre 1997 y 2015 interpretadas únicamente con voz y guitarra. Algunas de ellas reaparecen ahora (Los inadaptados, Ámbar, Nada o En la frontera, entre otras) vestidas y arropadas de forma impecable gracias a las virtudes y bondades de la alineación compuesta por Joan Vinyals (guitarra), Isaac Coll (bajo), Pere Foved (batería), Gabriel Amargant (saxo tenor y clarinete) y David Pastor (trompeta), que ofrecieron anoche, liderados por Perro/Auserón, uno de los mejores conciertos que ha presenciado nuestra ciudad en lo que llevamos de este maltrecho 2020.

La extraordinaria labor de los músicos sobre el escenario se traduce aquí en una expedición que pasea por Nápoles guiñando el ojo a Nueva Orleans (El forastero), cita a Góngora mientras nos hace partícipes del percal (A morir amores) o recuerda al Misisipi con ojos de deseo (Luz de mis huesos). Entremedias nos topamos con multitud de desvíos en los que embriagarse y extraviarse, ya sea en la coda de una sensacional Charla del pescado que terminó invocando a James Brown (qué buenos réditos extrajo Vinyals del wah-wah), o en una libérrima Perla oscura bendecida por el Miles Davis que cocinó Bitches brew. Al final, y ya en los bises, la banda incorporó a Pérez Prado en la ecuación con Qué rico el mambo y cerró la noche con la irresistible Semilla negra. Auserón: del mundo y para el mundo. Afortunados nosotros.

Crítica de Francisco J. Fernández para Málaga de Cultura