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12 de agosto de 2022

Libertad no es un título nobiliario, por Laura Lunardelli

“Del blues al son cubano, de la música afrolatina al rock, todo ello interpretado por unos músicos de jazz que son la Banda de Juan Perro y que le dan versatilidad a todo este abanico de estilos no por mero eclecticismo sino porque lo hacen bien”. Esto es lo que promete para su concierto ourensano Santiago Auserón, a quien la pandemia le quitó a su guitarrista y arreglista pero sobre todo consejero Joan Vinyals, pero le dio nada menos que “Libertad”, un disco para cuya composición dejó su ralentizadora meticulosidad de lado y renovó sus votos con el rock cuando, justo, es el género menos escuchado en España: “Igual que de la palabra libertad he elegido hacer un uso propio para revalorizar su sentido, lo mismo ocurre con el rock.

Foto José Luis Luna

En su sencillez, el rock tenía virtudes: desde mediados de los 50 mantuvo una intensidad, una vibración, una capacidad de contagio y de comunicación capaz de integrar lo blanco y lo negro, lo latino y lo anglosajón. Para mí, se trata de preservar la memoria de ese momento álgido, de esa transmisión de energía eléctrica. Dicen que el rock ha muerto y ya lo ha enterrado el reguetón. Pero el reguetón es una moda mercantil más. Vamos a ver qué ocurre cuando los que no acaben tarados por la repetición del ritmo y por las drogas necesiten crecer musicalmente.

En tanto vivimos en esta encerrona, a mí me interesa volver a las raíces, a la sonoridad del rock and roll cuando era tocado por músicos de jazz. Es en lo que Juan Perro se está especializando, en rescatar el sonido vintage para proyectarlo hacia adelante”. Para lograr su cometido, Auserón (voz y guitarra) cuenta con la preciosa colaboración de Pere Foved (batería), Isaac Coll (bajo), Vicenç Solsona (guitarra), David Pastor (trompeta y fliscorno) y Gabriel Amargant (saxo y guitarra).

¿Por qué sentiste la necesidad de hablar de libertad, en un momento de tu vida en que se supone tienes la libertad para hacer lo que te dé la gana? 

Sentí la necesidad de reapropiarme de un término que está siendo manipulado mediáticamente y que está perdiendo hondura de contenido. La libertad que yo pueda preservar en mi independencia artística, buscada desde mi adolescencia y peleada durante décadas, depende muy mucho de la complicidad de un público que me permite experimentar y ser quien soy. Sentí que tenía que hacer un reconocimiento a una libertad que, por mucho que sea caricaturizada a través de términos como libre mercado o libertad de consumo, guarda su fondo salvaje. Necesitamos que la idea de la libertad no esté capitalizada por partidos o por ideologías, y que la recuperemos para la música popular contemporánea que viene de una tradición y para que cada ser humano lleve adelante una vida con dignidad.

Tan vaciado de contenido coomo la libertad está el romanticismo, un término que responde a un movimiento que exaltó la libertad y hoy en día es una cursilería...

Es muy acertada la conexión que has hecho entre la libertad y el romanticismo, porque la palabra libertad adquiere una dimensión pública y fuerte cuando está ligada al significado del romanticismo, en el momento de la Revolución Francesa, de la Ilustración y de la llamada a la ciudadanía de que se haga cargo de la libertad una vez superada la amenaza del absolutismo. Son conceptos que han sido descargados de su electricidad. Si había una especie de generosidad del espíritu romántico, con esa apertura del corazón a una naturaleza en su estado más salvaje, de atreverse a hacer frente al riesgo de la libertad con orgullo, luego empieza a degradarse cuando la sociedad burguesa convierte en prototipo al genio, entre comillas, romántico, en una estrellita que reclama su pago de la corte principesca. Ahí ya se empieza a estropear el romanticismo, hasta llegar a los culebrones actuales.

Haciendo un racconto de tu larga carreray aún supernado situaciones adversas, da la sensación de que siempre fuiste libre, pero, ¿Alguna vez sentiste coartada tu libertad? 

Sí, claro. Libertad no es un título nobiliario que traemos escrito en la frente. Yo era un jovencito delineante de la construcción y estudiante de filosofía nocturno, es decir que estaba peleando contra limitaciones fuertes para tratar de abrirme camino. Y con Radio Futura firmamos un contrato sin habernos todavía formado como profesionales y sufrimos las consecuencias: nos vimos obligados a hacer cosas que no nos gustaban. Tuvimos que pelear duro, primero para aclararnos nosotros; y decidimos convertirnos en un grupo de rock con aspiraciones artísticas. Eso conllevó muchas dificultades, pero dimos con personas que entendieron que para nosotros la independencia artística era fundamental y que más importante que el éxito o que ganar dinero era convertir la creación de nuestro sonido eléctrico en un arte y un camino de conocimiento y de aprendizaje. Y, luego, cuando decidí cambiar hacia esa máscara perruna, también fue un acto de libertad, de decir que me interesa más seguir investigando porque soy más feliz por ese camino que dedicándome a vivir de la música como una mercancía. Pero mantener la independencia artística y la capacidad de llevar tu carrera por el camino que quieres no es nada fácil. El mercado favorece los productos que puede manipular y entonces el declararte en rebeldía con respecto al mainstream conlleva que, a la mínima, te quedes sin sitio.

La libertad tiene su beneficios, pero también puede traer dolor de cabeza. La Huella Sonora te da independencia, pero en la pandemia, sin los ingresos de los shows en vivo, debe haber sido complejo mantener un estrctura empresarial de la que dependen otras personas...

En el período de la pandemia nos fue bastante difícil mantenernos. Al desaparecer los conciertos en vivo nos quedamos en vilo. Hemos conseguido salir y ya parece que este año hay algunos conciertos más. Y lo importante es que la banda progresa. Hemos podido montar todo el repertorio nuevo del disco “Libertad” y estamos haciendo un concierto en el cual tocamos todas las canciones nuevas combinadas con otras viejas. Y hay coherencia, que es lo más interesante. Vamos generando una paleta de sonoridades que son compatibles.

Yendo a lo estrictamente artístico, ¿Cómo fue componer en pandemia? Además, en el proceso del Covid perdiste a tu guitarrista Joan Vinyals...

Joan Vinyals era mi guitarrista y mi socio, durante 12 años hemos estado planeando música. Fue la persona que me ayudó a proyectar cómo debía ser la imagen acústica de Juan Perro y con qué elementos. Yo le decía lo que quería y él decía “vamos a llamar a tal o cual… para que esto suene como quieres vamos a probar tal cosa”. Ha sido mi consejero y el que me ayudaba con los arreglos; yo le tarareaba una cosa y en la siguiente prueba de sonido ya estaban las ideas en marcha. Ha sido una pérdida muy importante.

Y en la pandemia concebiste "Libertad"

Ya en 2020 me di cuenta que tanto 2020 como 2021 se iban a ir en cancelaciones y que sería bueno preparar material para estrenar en este 2022. Y ahí aceleré un poco más de lo que yo tengo por costumbre. A mí me gusta ir muy lento y esperar a que las ideas caigan un poco… que caigan un poco de la nube. Pero en este caso me puse a rescatar apuntes que tenía a medias, riffs que tenía grabados por aquí y por allá y los versos sueltos que tenía en los cuadernos. Y empecé a trabajar con la intención de terminar lo más rápido posible. En aquel confinamiento de los primeros cuatro meses de 2020 ya le di un tirón fuerte. Me había acomodado en una composición lenta, como la del pintor en el caballete, de darle un toquecito cada día y dejar que repose. 

Entonces, ¿Eres meticuloso a la hora de componer?

Más que meticuloso, soy un maniático, un enfermo. Si una sílaba no es adecuada para la sonoridad, para la transmisión de las ideas, canta mucho. Cuando estás practicando una canción hay como un obstáculo y dices “esto no circula”. Cuando llegas ahí, la energía se interrumpe, no te da la confianza suficiente. Me gusta retocar, retocar, retocar las frases y también las melodías. Lo primero es tener la sensación rítmica del tema y una especie de tanteo melódico que discurra en base a una progresión de acordes interesantes e ir acercándole fragmentos escritos para ver qué pasa. A lo mejor pensabas contar una historia y acabas contando otra. Es un trabajo que es el núcleo de mi oficio: me entusiasma encontrar ese acercamiento entre las palabras y los sonidos.

"La última rosa" narra el diálogo entre un ruiseñor y la última rosa que queda en una aldea, y empieza diciendo: "Fuego / unos hombres se acercaron y luego / las veredas se llenaron de fuego / el incendio hasta la aldea llegó rosa / soy el viejo ruiseñor que se posa / por decirte que eres la última rosa / en la selva de ceniza y carbón". Más allá de la carga poética de estos versos, llegas a una galicia que está siendo devorada por los incendios. ¿hay cambio climático, desidia política o es que solo se puede responsabilizar a los pirómanos?

Primero, hay una dejadez del medio rural, que llamamos ahora la España vaciada, que definitivamente no se limpia y eso es gasolina para la primera chispa que caiga, intencionada o natural; y luego está la rentabilidad de las maderas de los bosques. Asistimos cada año a un espectáculo desolador, vemos como nuestras tierras se ennegrecen y el aire se torna irrespirable. Lo que no es de rigor es que los ciudadanos asistamos perplejos a un espectáculo al que no sólo no se pone freno, sino que no responde a la propia demencia de un alcohólico encendido sino a un alcohólico encendido que recibe instrucciones. El calentamiento es más rápido de lo que se esperaba y el ser humano tiene que decidir si sigue con su mentalidad de magnate capitalista de crecimiento económico sin límite y arriesgándose a la extinción o habita la tierra con dignidad y limita los daños ya producidos.

En 2015 obtuviste el grado de doctor en Filosofía, conuna tesis sobre la influencia de la música en la forma de pensar de los griegos antiguos y en la evolución de su pensamiento. ¿Cómo crees que evolucionará el pensamiento de los españoles pasando por el tamiz del reguetón y el trap?

Esto, combinado con el calentamiento global, resulta poco alentador. Pero, el ser humano ha atravesado por épocas terribles, por grandes guerras, por grandes epidemias, por grandes catástrofes, y ha logrado renovar la energía de su cerebro. La música popular avanza y el elemento diferenciador intergeneracional es que hoy hay gente sin ninguna formación manipulando la electrónica. Cada uno de nosotros tiene que plantearse qué tiempo de vida le queda a la cultura elaborada o mercantil, que no será otro que el tiempo en el que la vida en el planeta sea más poderosa que la toxicidad de los plásticos en el mar. Y ese tiempo hay que pelearlo. Aunque un día todo acaba destruido por el fuego del universo, merece la pena la batalla del arte por el arte. 

El elemento diferenciador intergeneracional que mencionas, el hecho de que hay gente sin ninguna formación manipulando la electrónica, ¿no sería el analfabetismo? o al menos lo roza...

Sí. Pero con quienes hoy hacen reguetón pasará como con otras generaciones. Todas las generaciones se alimentan de otras. Lo mismo que el reguetón se alimenta de la discoteca jamaicana, y la discoteca jamaicana se alimenta del reggae, y el reggae del soul, y el soul del blues y del rock. La música popular avanza siempre asimilando elementos de generaciones anteriores.

Pero nunca se asimiló algo tan mal. El reguetón no suena para nada a reggae de Jamaica..

Por muchos augurios que haya, que más que augurios ya son signos evidentes de la catástrofe, yo creo que es la primera vez que el universo latino, en general, asume la sincopanera. Y aunque sea una asunción simplificada, reiteradísima, pesadísima, enfermiza, el hecho es que la rítmica de los pueblos autóctonos de América nunca había incorporado la síncopa de los negros de África occidental. Esto tiene que producir hechos, tiene que producir consecuencias, y vamos a ver cuáles son esas consecuencias cuando quienes hacen reguetón necesiten conciliar influjos anglosajones, latinos, blancos y negros. Hay que intentar ver esto con otra perspectiva. Entre tanto, mientras la realidad camina hacia la automatización y la reiteración del sonido electrónico más plano, hay que trabajar en la música que mantiene una sustancia de raíz y que es capaz de abrirse al contacto con otras músicas. Como pasa en el Cono Sur, en Centroamérica, en Estados Unidos, entre los grupos británicos y de algunos otros países europeos. Lo importante es la música de raíz.

Entrevista de Laura Lunardelli para La región. 

foto: José Luis Luna