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31 de mayo de 2019

Música y versos quebrados

Raúl Quinto no se mordió la lengua para arrancársela, al menos literalmente, pero sí nos arrojó unas cuantas verdades y nos habló de los monstruos que nos roban las palabras. Poesía acompañada de proyección de vídeo, sonidos y percusiones en directo, que invocaban a este escenario de poder a los que murieron en los márgenes de la sociedad. Poemas que se convertían en epitafios que suplicaban ser labrados en la piedra eterna de este patio.

En ese trance las músicas de Juan Perro suenan y piensan distinto. Ya daba igual la multitud heterogénea que abarrotaba Anaya. Los ritmos que aparecían sobre el escenario ya tenían el sabor de las culturas aplastadas y olvidadas por el dios del rock’n’roll. La noche debía ser agradable, pues el público alternaba las mangas cortas con la rebequita, pero Juan Perro sonaba también a medium de tantas almas rotas y atrapadas que han utilizado la música como única tabla de salvación.

Nunca había escuchado a Juan Perro de esta manera. Sonidos negros, sonidos esclavos, sonidos contrahegemónicos, sonidos de resistencia. Juan Perro dijo adiós o algo parecido y se marchó del escenario. Él pensaba que la gente aplaudiría para pedirle un bis. Pero salió del escenario el Doctor Jekyll y regresó Mister Hyde. Salió Juan Perro y regresó Santiago Auserón. Ni siquiera estaba anunciado que la estatua del jardín botánico volviera a cobrar vida. Un par de gruñidos bastaron para mostrar el malestar ante un mundo demasiado convencido de que ya no merece la pena resistirse y se conforma en hacer música para la consulta de un dentista de franquicia.

Los kilómetros recorridos, el tiempo derramado, hasta las decepciones diarias, todo empezó a cobrar sentido. Hoy, este día concreto, este momento concreto, será recordado como el día en que Santiago Auserón cantó ‘La estatua del Jardín Botánico’ a la sombra de la catedral de Salamanca. Volveremos a perseguir un enigma al compás de las horas, porque “hablamos un idioma / de palabras quebradas. / Un mundo a medio hacer”. No lo digo yo. Lo dijo Raúl Quinto...

Crónica de José Antonio Montero para Nuevatribuna.es