23 de abril de 2018
Sobra también recalcar que sea precisamente Santiago Auserón quien haya puesto en marcha tan suculento proyecto, pues su trayectoria y su obra le avalan. Se trata, casi sin discusión posible y con unanimidad, del artista español con más reconocimiento dentro de sus compañeros de profesión y, quizá también, de la prensa especializada y rigurosa. Auserón se lo ha ganado a pulso: ya desde los tiempos de Radio Futura así como con todos y cada uno de sus álbumes como Juan Perro, no ha dejado de crecer, investigar y ofrecer al público nuevas sensaciones convertidas en sonido y canción. Ayer, sin embargo, puso el listón en lo más alto que se puede poner. Transformar y convertir el repertorio de un artista “rock” o popular en sonoridad sinfónica es tarea compleja y, ante todo, valiente. Con una gran expectación, aparecieron los numerosos músicos en el escenario y seguidamente el director de orquesta, el guitarrista Joan Vinyals, y el protagonista de la noche.
Con “Río negro” comenzó el espectáculo y el perfecto sonido de la sala Mozart ya se percibió desde el primer instante, haciendo las delicias de los numerosos espectadores, ávidos de comprobar la difícil empresa de la que hablábamos antes. Con varias canciones de sus mejores discos como Juan Perro, continuó el concierto con temas como “Duerme zagal”, “El mirlo del pruno” o “La misteriosa”, canción que dedicó al mar y al fin de las tragedias que en él se desatan. Pero fue quizá con la soberbia “No más lágrimas” con la que la conjunción entre orquesta y cantante llegó al cénit. Con una voz increíblemente poderosa, Santiago convirtió su interpretación en un mar de emociones. Y eso que admitió lo difícil que le resultaba cantar anoche en Zaragoza, su ciudad natal y ciudad de residencia de su recientemente fallecida hermana, Teresa, muy querida por sus paisanos. A ella le dedicó con emoción y tristeza una de las canciones más esperadas de la noche, “Annabel Lee”. En ella, Santiago se deshizo y su voz se quebró en alguna ocasión, pero este hecho sumó en vez de restar al cómputo total de la interpretación.
Dejó para el final, y con un público -y músicos- ya totalmente entregados, algunas de sus piezas más famosas. “La negra flor”, de los añorados Radio Futura, puso el toque bailón y rítmico a la noche, y con “El canto del gallo” finalizó un concierto perfecto en el que vocalista, guitarrista y director se fundieron en un abrazo cómplice. Como se trata de su ciudad y de su gente –a la que hizo alusión en varios momentos-, salió de nuevo Santiago y sus compañeros a regalar, como último bis, la canción con la que arrancó el espectáculo, aludiendo humorísticamente a que es realmente complicado improvisar con una orquesta sinfónica. Atacaron pues “Río negro” de nuevo y se despidieron ante una larga ovación. Esperemos que Auserón siga ofreciéndonos destellos de genialidad y riesgo en cada uno de sus proyectos, pues es eso precisamente lo que un artista debe ofrecer, sin acomodarse en fórmulas manidas o fáciles. Por suerte, cuenta con un público fiel y dispuesto a seguirle la pista allá donde vaya.
Crónica de Alejandro Elias y fotos de Ángel Burbano para Aragón Musical.