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06 de septiembre de 2019

Santiago Auserón: «Creo que hay que ofrecer una alternativa a las nuevas generaciones de algo que tenga más valor que el dinero»

¿Cómo ha sido tu desarrollo como artista y ciudadano en un país donde la transformación pasó de la dictadura a la irreverencia, y de ahí a la impertinencia?

Hay que tratar de equilibrar la búsqueda artística con la búsqueda de la dignidad del ciudadano, que me parece es lo más grande que una persona puede aspirar, a ser un ciudadano digno ejerciendo el oficio que te ha tocado. Lograrlo a lo largo del tiempo no es fácil, supongo que en ningún país lo es, pero yo sé que no es fácil en España tal como me ha tocado vivirlo a mí. Yo nací cuando todavía la dictadura estaba fuerte y en apogeo, había una fuerte represión muy marcada por el nacionalcatolicismo a ultranza. Mi generación estuvo influenciada por el llamado de gente de la música, de las ideas que venían de otro continente en donde se empezó a hablar de movimientos sociales por los derechos civiles, de los negros en Estados Unidos, en la época en que se produjo la Revolución Cubana, en la época en que empezamos a darnos cuenta los niños del clima de represión y asfixia cultural que vivíamos en España y que eso se debía terminar.

La adolescencia fue reunirnos críos de diferentes edades con la idea de que podíamos terminar con eso. Y bueno, al llegar a la universidad eso ya era un grito de guerra y todos, incluso en casa con las generaciones más reticentes como los padres y los abuelos, estábamos de acuerdo que debía haber una transformación social y esto produjo la transición. En la transición se generó una sensación de descaro en la cual todo el mundo podía expresarse y, entre los jóvenes, tuvimos acceso a las artes y a la expresión artística, en particular llega la escena del rock and roll, era directo, todo mundo podía subirse al escenario sin saberse los acordes y tocar, así lo hicimos muchos, generando el aprendizaje poco a poco entre algunos, y quienes no lo hicieron se quedaron tocando en los bares y no salieron de ahí, y la noche acabó con ellos. Otros aprendimos el oficio y quisimos prosperar con el oficio. Todo esto es un devenir en donde te haces como persona mientras la sociedad evoluciona.

Pero en tu pregunta hay algo interesante con respecto a esa sensación que vivimos una generación, cuyos actos en España conocemos como “La Movida”, ocurrida a finales de los años setenta hasta los años ochenta. A mi gusto los momentos mucho más interesantes ocurrieron en los últimos años del franquismo, el dictador Franco muere en 1975, y fue en los últimos años de su vida cuando se fraguó, de verdad, el acercamiento de la gente de la clase obrera con la gente de las universidades; de gente de buena familia que trataba con gente de clase obrera y se intercambian información; de gente de varias artes que también intercambiaron información. En los últimos años del franquismo cuajó la transformación y luego ya, en los ochenta, vino la mediatización y después la mercantilización de “La Movida”. Eso ha conducido en la actualidad a que la mercancía artística en España, si no está apoyada por los grandes medios de comunicación y no concita audiencias de gran espectro, no es reconocible.

Nuestros hijos, nuestros hermanitos, nuestros amigos más jóvenes siguen haciendo artes y cada vez lo están haciendo mejor, pero la sociedad española no reconoce a sus hijos y sólo reconoce a los grandes capitales. Es una situación que ahora resulta un poco frustrante. Y ahora en los medios de comunicación digitales, pasa eso que dices, de la irreverencia hemos pasado a la impertinencia, donde cualquier hijo de vecino puede insultar anónimamente a otro, sin ese sentido de respeto ciudadano que yo creo que nos debemos de ganar a lo largo de la vida.

Creo que esto es una guerra nueva, la vida es una guerra siempre. Ahora tenemos que recuperar la dignidad través de los medios y con ayuda de los medios. Tenemos que recuperar nuestra actividad individual en cada oficio o en la búsqueda de trabajo que ahora no lo tienen, ¡hay muchos desempleados en España! Tenemos que buscar que el día a día no se hunda en la tristeza. Que haya un horizonte al menos para las nuevas generaciones. La gente que controla la riqueza en España, y en todo el mundo, tienen que pensar en compartir el pastel, después de ellos vendrán más generaciones y ¿qué es lo que vamos a hacer con el mundo? Necesitamos respuestas rápidas, porque los chiquillos que viene nos están exigiendo ya esas respuestas que no hemos logrado.

«Este pragmatismo anglosajón que sólo entiende el tiempo y el movimiento del dólar, todo lo que no se mueve como el dólar está condenado a desaparecer, creo que hay que ofrecer una alternativa a las nuevas generaciones de algo que tenga más valor que el dinero.»

¿No te parece que nuestras sociedades han pasado de la impertinencia a la estupidez, mientras que los gobiernos y los políticos se han convertido en cínicos? No importa el color del partido, lo cierto es que los ciudadanos ya no creen en el sistema de partidos.

En definitiva, todos terminan actuando igual. Podemos ver cómo los colores del espectro político, cuando llegan al poder se difuminan en una medianía gris que acaba actuando por los intereses económicos de gran escala y con un cinismo mediático que convierte a la política en una gran mentira continua. Hemos dejado que el sentido de ciudadanía se convirtiera en una gran mentira, ¡no, eso no puede consentirse! Debemos abandonar el cinismo y no permitir que impere el reino de la estupidez.

Lo que pasa es que, claro, estamos en un momento en el que la civilización es un fenómeno con características únicas, en este momento en donde somos apenas unos aprendices. Todos estos aparatos que tenemos en el bolsillo, estos “aparaticos” con los que trabajamos, con los que nos divertimos, un teléfono celular, una cámara, una grabadora, se mueven en el espectro electromagnético. Estamos trabajando con fuerzas del cosmos, con potencias superiores. Como los llevamos en el bolsillo y los sentimos tan comunes, no nos damos cuenta que operan con fuerzas cósmicas, ¡incluso las viejas tecnologías como la radio o la tv, son tecnologías alucinantes! ¡Parecen milagros de la naturaleza! Yo creo que tenemos que tenerles un respeto reverencial. Tenemos que aprender a convivir con esas tecnologías para que no nos conviertan en más estúpidos y sí nos hagan más humanos y más inteligentes, aunque por ahora no ocurre así. Lo que ocurre ahora es que la velocidad de los medios le permite a los políticos manejar las emociones de las mayorías y convertirlas en masas que, como en un juego de fútbol, gritan todas juntas una consigna porque la emoción emociona y el contagio de la emoción emociona; y puede llegar un momento en el que al ciudadano le atraiga más sumarse a la emoción colectiva, a la debacle y a la barbarie, que detenerse a pensar un ratito en la puerta de su casa, como hacíamos antes sentándonos en una sillita al acabar el día y reflexionar sobre lo que ha ocurrido en la jornada y en lo que vas a hacer mañana. Todo esto ocurre porque son medios muy poderosos muy potentes, y no hemos aprendido a hacer el bien. Hacer el mal es muy fácil.

«El valor contracultural del Rock and Roll acabó siendo una mercancía, cuanto más malote parezcas mejor vendes la mercancía.»

Desde tu punto de vista, ¿de dónde proviene aquello que no permite una vuelta de tuerca?

De la arrogancia española. El pecado por antonomasia de los españoles es la mezcla de arrogancia y de ignorancia, el creer que son amos del mundo sin tener necesidad de molestarnos en comprenderlo. Eso es típico de las élites, por lo menos en mi país, no voy a hablar de ningún otro, pero mi país los conozco muy bien, y los vicios de mi país son antiguos y los conozco desde la historia y veo cómo perviven en las élites caciquiles de mi país. El veneno que nos destruye es esa mezcla de arrogancia: “Yo soy el más cabrón”; con ignorancia: “No tengo por qué molestarme en estudiar nada porque yo ya controlo todo, estoy nombrado por Dios para ser poderoso”; y la codicia: “Tengo derecho de apoderarme del bien común.” Estos males atávicos de España todavía no los hemos solucionado y son las nuevas generaciones las que deben resolver esto.

¿La expresión artística puede hacer algo contra eso?

No puede con eso, no es fácil, una cancioncita no puede cambiar el mundo, ni un poema. Pero sí puede ayudar a un individuo solitario que la practica, a recuperar un poquito de aliento y a recuperar la relación con el otro, y con un poco de ilusión asociarnos con el vecino y darnos tiempo para aprender a utilizar mejor lo que nos rodea y habitar el planeta como seres humanos inteligentes. Bueno, no estoy seguro.

Hace cincuenta años fue la quema simbólica del movimiento hippie, cuando los jóvenes de entonces vieron que sus expresiones contraculturales estaban en las vitrinas de las boutiques. ¿Qué pasó en España después de La Movida?

El valor contracultural del Rock and Roll acabó siendo una mercancía, cuanto más malote parezcas mejor vendes la mercancía. El dinero lo transforma todo. En una sociedad mediatizada en la que nos comunicamos a través de medios de comunicación que alcanzan a mucha gente, todo valor artístico o histórico incluso el más noble, en el momento en que se difunde puede acabar estereotipado, puede ser convertido en eslogan publicitario y degradado; y no debemos tener miedo de esa degradación, debemos tener energía y coraje para rechazar lo que no sirve y renovar lo que pueda ser renovado. Si los tiempos son más veloces y las cosas van más rápido, a lo mejor la degradación de ciertos productos de la cultura humana es más veloz, entonces deberíamos también nosotros ser más veloces en las escuelas para educar a los niños en una buena dirección y nosotros para pensar de un modo que no nos conduzca a todos a la depresión y al consumo de pastillas contra la ansiedad.

Y permíteme hacer una alusión a la latinidad, al iberoamericano, para incluir a Portugal y a Brasil y no reducir todo a la hispanidad. Que en este ámbito iberoamericano si fuéramos capaces de captar las energías de todas las culturas ancestrales y conectarlas con el aprendizaje de la modernidad en las lenguas que compartimos, creo que podríamos ofrecer una alternativa a este pragmatismo anglosajón que sólo entiende el tiempo y el movimiento del dólar, todo lo que no se mueve como el dólar está condenado a desaparecer, creo que hay que ofrecer una alternativa a las nuevas generaciones de algo que tenga más valor que el dinero. Creo que puede salir del mundo iberoamericano, por lo menos tenemos la obligación de intentarlo.

Entrevista de Huemanzin Rodríguez para Noticias 22 digital.