01 de septiembre de 2018
Con una peculiar puesta en escena, Juan Perro demostró que la maestría no se gana con los años, sino que uno la lleva dentro y el tiempo lo que hace es mostrarla en todo su esplendor. Así, a las composiciones de siempre se sumaron las que Auserón ha ido creando con el estilo que proporciona la madurez y el tiempo.
El artista trajo a la capital El viaje, una colección de inspiradas canciones que solo con su voz y los acordes de su guitarra acústica dejaron claro que el que tuvo retuvo y que los grandes nunca mueren, aunque en ocasiones tengan que reinventarse. A la avalancha de profesionalidad se unió un elemento sin el que el concierto de ayer no hubiera sido el mismo: el talento del quinteto de músicos que le acompaña y ayuda a crear ambiente.
Los que fueron jóvenes en los 80 se sintieron ayer muy cerca del cantante y los que apenas habían oído hablar de este creador de versos, estrofas e historias profundas también se acercaron a él. Tanto que les acabó cautivando. El repertorio de Juan Perro, que ayer llenó y llegó a un auditorio a rebosar y que demostró tener muchas ganas de fiesta, lleva consigo una mezcla de herencia afronorteamericana (blues, rock, soul y jazz) que se integra de forma casi natural con la tradición afrolatina, en especial la cubana.
Crítica de Esther Marín para el diario Palentino.