18 de abril de 2016 | Juan Perro
Juan Perro en el Cervantes de Málaga
En su libro El ritmo perdido (Península, 2012), Santiago Auserón ahondaba en un descubrimiento que cambió para siempre, tras una visita a Cuba, su forma de escuchar y componer canciones: la africanidad del rock tenía aquí, en nuestro país, precedentes. “Todo el folclore peninsular”, comentaba hace unos años en una entrevista para El País, “ha estado bajo el signo de la negritud, sin menospreciar las influencias musulmanas y judías. Esa riqueza explica la enorme capacidad de irradiación de la música popular española sobre otros países europeos y, desde luego, sobre América”.