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15 de agosto de 2021

“Estoy contento con lo que hago porque soy más libre que en Radio Futura”

Recompone estos días sus huesos en las Rías Baixas, aprovechando los beneficios de las aguas termales, el que fuera líder de Radio Futura, uno de los grupos más creativos y revolucionarios de la edad de oro que la música española vivió en los años 80. Cuando sus coetáneos, en plena “new wave”, aún miraban a Londres, el instinto de Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) le convirtió en un pionero a la hora de arrimar las raíces afrolatinas al rock. Plantó una “Semilla negra” que hizo crecer “La negra flor”. Seducido por los efluvios de la música cubana, Auserón encontró en Juan Perro, personaje que había dado nombre a una de las obras maestras de la banda, al alter ego perfecto para rastrear a fondo las sendas del son, de la música latina y de los ritmos afroamericanos como el rhythm and blues, uno de los estilos sobre los que se cimentó el rock primigenio. Una búsqueda incansable y pertinaz, a veces como trovador solitario, otras en jauría, en la que lleva casi el triple de tiempo del que pasó con Radio Futura.

Esta semana ofreció su primer concierto en Galicia, territorio con el que tiene una conexión emocional especial, después de la pandemia. Pontevedra tuvo ese privilegio. Reacio siempre a mirar al pasado, la comunión creada por la Banda de Juan Perro con el público, le hizo volver sobre sus huellas más recordadas y, aunque no es frecuente que recupere piezas del cancionero de Radio Futura, sonaron, para deleite del respetable, “El puente azul” y esa “Semilla negra” que marcó el rastro a seguir en los años sucesivos.

¿Cómo fue para un espíritu inquieto y libre estar encerrado a causa de la pandemia?

Días tristes y de mucha preocupación para todo el mundo. Por la cantidad de personas desaparecidas y que han sufrido la enfermedad, por la tensión de sus familiares y las huellas físicas y psíquicas del confinamiento. Ha sido un estado que ha generado tensión, pero, por otro lado, nos ha obligado a reflexionar y reordenar las prioridades. Tenemos que hacernos cargo de que el ritmo de vida en Occidente tiene consecuencias a escala planetaria.

A nivel creativo, estar tanto tiempo parado, ¿ha sido positivo?

En la primera fase de confinamiento estuve sin viajar y eso no lo hacía desde hacía muchos años. Me ayudó a juntar ideas, ensayar y estudiar para esbozar temas nuevos que ya estamos grabando. Sirvió para asentar las cosas, tomar perspectiva y saber lo que queremos hacer de aquí en adelante.

Su último álbum, “Cantos de ultramar”, recupera buena parte de las canciones que había grabado en solitario para el disco “El viaje”. ¿Cómo surgió la idea de retomar esos temas?

En la época de Radio Futura componíamos muy rápido. Era un ritmo industrial en el que uno se sentía obligado a responder a los contratos. Con Juan Perro me acostumbré a componer y rodar las canciones sin prisa, como un cuadro que uno va pintando lentamente. Pensé que aquella colección de canciones que había grabado con voz y guitarra acústica, en medio de una crisis del sector que obligó a explorar formatos más sencillos, podía enriquecerse con la aportación de la banda. Trabajamos en esa sonoridad de conjunto entre 2016 y 2019. Luego llegó la pandemia y deshizo los planes. El disco acabó saliendo en noviembre de 2020. Desde entonces hemos esperado hasta ahora para poder tocarlo en directo.

¿Es una temeridad o un ejercicio de autoafirmación el publicar un disco tal y como está el mercado y en plena pandemia?

Algo de temeridad tiene, sin duda alguna. En la franja de mercado que yo me muevo es muy difícil amortizar una producción y que los números te permitan recuperar lo invertido. Sin embargo, uno siente el impulso de crear espacios sonoros y es una motivación independiente de la industria. El mercado discográfico se ha hundido y hay una tendencia a la desaparición del concepto de disco. Los temas ahora se distribuyen en formatos digitales en unas plataformas mayoritariamente dominadas por los acuerdos con las grandes compañías, que siempre favorecen a los que más venden. Es una pérdida cultural tremenda que deja poco sitio a la creatividad.

¿Qué significa Galicia para usted?

Forma parte de mi mapa emocional y es muy necesaria para mi. Fue una fuente de importación de música latina mucho antes de que se pusiera de moda internacionalmente. En Galicia las orquestas fueron y son un medio muy activo para difundir la música popular. Aquí no se ha interrumpido la relación con la aldea: todo el mundo, aunque viva en las ciudades, sigue manteniendo ese vínculo. Y el folclore sigue muy vivo. Galicia conserva la sustancia de las tradiciones y siempre ha tenido una apertura atlántica que le ha permitido incorporar las novedades del Nuevo Mundo. Incluso más recientemente ha mirado a África, gracias sobre todo a la labor de mi buen amigo, y tristemente desaparecido, Fran Pérez, Narf, que estableció cánones para integrar el lirismo de Rosalía con la música africana de Mozambique y el rock.

Su relación y amistad con músicos gallegos es mucho más extensa. Invitó a Uxía, por ejemplo, a cantar el bolero “Contigo en la distancia” en su concierto de Pontevedra

El disco que hizo con Narf, “Baladas da Galiza imaxinaria”, es una obra maestra y uno de los más importantes de la historia reciente de la música popular en España. Me encanta también “Noró” de Xabier Díaz, una demostración de que el folclore está en la vanguardia.

Y también relación con rockeros. Víctor Aparicio, de Los Coyotes, es el primer personaje que asocio al rock latino en aquellos tiempos de la Movida.

Víctor, que, aunque lleva muchos años en Madrid, es muy gallego, fue una inspiración en los años del Rock Ola, porque fue el primero que se metió a hacer rock con aire latino. Cuando nosotros andábamos haciendo pruebas con “Semilla negra”, él ya era un rockero latino en los escenarios. Es un gran amigo, además de un excelente dibujante, y nos ha regalado obra maravillosa para alguno de los discos de Juan Perro.

Otro rockero, Tonhito de Poi, le puso a prueba con el gallego.

Le conocí en el taller de canciones A Coruña Son. Es un tipo auténtico y muy capaz. Tuve la suerte de colaborar con él en “Mariñeira”. Es un artista al que respeto mucho y me interesa estar atento a lo que hace. Otro buen amigo es Pulpiño Viascón, un músico muy versátil. Mis amigos gallegos son una colección de duendes.

¿Qué escucha ahora Juan Perro?

Desde la pandemia establecí una rutina de poner música un par de horas antes de dormir. Lo mismo profundizo en la obra de Shostakovich o Mahler que repaso la discografía de Van Morrison o Leonard Cohen, tomo notas sobre colecciones que tengo de blues y de jazz o recupero grandes momentos del rock que conviene tener presentes. Un poco de todo. También estudio a grandes guitarristas para ver si se me pega algo porque mi formación como instrumentista es limitada.

¿Echa algo de menos de aquella época en Radio Futura?

Nada. Lo esencial, lo llevo puesto. Lo tengo todo muy presente: la experiencia, la memoria, el recuerdo de las personas, la cantidad de pueblos y ciudades visitados. Estoy contento con lo que hago ahora porque soy más libre. He conseguido independizarme y me marco el ritmo, sin dar explicaciones. Trabajo para un público minoritario, aunque muy leal. Eso es más importante que el éxito obtenido con Radio Futura, donde tuvimos el viento a favor y luchamos por hacer de la canción popular española un producto artístico, aunque siempre le estaré agradecido. Aquel reconocimiento me dio estabilidad y seguridad. Sin Radio Futura, este proyecto con cara de perro sería muy difícil que encontrase su hueco en el negocio musical.

¿Se arrepiente de algo de lo hecho o se lamenta de algo que no haya podido realizar?

En la parte final de Radio Futura confiamos en promotores que nos traicionaron: se llevaron el dinero y nos dejaron tirados. Visto con el tiempo son episodios de una aventura, que, en su conjunto, resultó muy divertida. Hasta ahora he podido cumplir las metas que me he puesto por delante, aunque sea con muchísimo esfuerzo. Como tardar 20 años en poder hacer la tesis doctoral de mis estudios de Filosofía.

Aquel naranjazo en un concierto en A Quintana 

Aunque Santiago Auserón no se acuerda de la anécdota, en una de sus primeras visitas a Santiago como Juan Perro recibió el impacto de una naranja procedente del público. La mordió con rabia y la lanzó al suelo del escenario. Fue en A Quintana. “Es un lugar con una magia inigualable. La verdad es que no lo recuerdo. Con Radio Futura, en conciertos gratuitos, éramos más provocadores. Afortunadamente siempre salimos ilesos de esos objetos volantes no identificados (risas)”, explica. Regresará a Galicia el 15 de octubre para ofrecer un concierto en Ourense y en su horizonte no está la retirada. “Hay cosas que me gustaría hacer y sigo trabajando en ellas. No pienso en dejarlo. Escribir canciones, leer y escuchar música son necesidades tan básicas para mi como el respirar. Y mientras el cuerpo aguante y haya fuerzas para arrastrar la maleta por aeropuertos y estaciones seguiré ejerciendo de trovador”, asegura.

Entrevista de Manuel G. Solano para el Correo Gallego.