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07 de septiembre de 2019

“Hay mucha responsabilidad en hacer un uso digno del escenario”: Santiago Auserón

Es una ciudad que tiene una belleza evidente en las calles y una ciudad donde la cortesía tiene su expresión en que los carros casi no utilizan el claxon. La gente me parece muy amable en todos los lugares que he estado”, ha descrito.

Está solo, con su guitarra acústica, disfrutaremos un concierto con la “radiografía de Perro” y presenta también un libro, Semilla del Son(Kultrum), “en donde se refleja mis tres décadas con Cuba, donde se ha desarrollado todos los géneros del son, que en mi país por una especie de desconocimiento y de arrogancia no se les había prestado atención”, comentó.

“La relación con la negritud musical en mi país había que hacerla patente. Los negros y mulatos que cantan en nuestra lengua nos hacen ganar ritmo y capacidad expresiva en el canto”, dijo el reciente autor del disco Vagamundo, junto a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia dirigida por Ricardo Casero y los arreglos de Amparo Edo Biol.

“Mi taller de trabajo es un poco complejo e inquietante. Ya a mi edad, un poco provecta y a la vez adolescente, uno se da cuenta de que para dedicarse a una vocación hay que dedicarle la vida. Hay que poner toda la carne en el asador y a mí me ha tocado en suerte atender varias versiones”, ha dicho Auserón.

Es doctor en Filosofía, “vocacionalmente siempre me ha atraído la filosofía”, el oficio imprevisto de la música, “la vida siempre te lleva por derroteros imprevistos”, no esconde que “siempre seré un estudiante de filosofía”.

–Pensaba en la música, que es la vida y la muerte, ¿dónde se mezcla la filosofía?

–Es cierto que la pasión por la música te ayuda a mantener una especie de adolescencia permanente hasta la madurez. Es porque la música nos obliga a prestar atención a un territorio emocional que debe ser compartido. La música nos permite contemplar el horizonte de las emociones compartibles. En ese sentido estamos en busca de pareja, por decirlo así, aunque no sea el caso estrictamente. La música nos mantiene abiertos, siempre estamos buscando en busca de otro testigo que nos permita intercambiar gustos o probar sensaciones. Cada uno de nosotros somos aparatos de recepción muy distintos, en lo musical hay una magia extrañísima, hay un ajuste psicofísico en el cual tu cerebro se dispone a recibir la información sonora de una manera cuando estás con alguien o de otra manera cuando estás con otra persona. Esto es muy extraño y a lo largo de la vida también cambia. A mí hay canciones que no se me agotan nunca, el primer soul, los grupos británicos, los grupos californianos luego de los 60, todavía cuando las escucho en presente, todavía veo señales que se revelan.

–¿Cómo “Veneno en la piel”?

–Igual, cierto. Yo la agarré un poco de manía porque una marca nos robó la fórmula y lanzó una campaña de ropa que estimulaba el interés por el look, por el aspecto superficial de la gente, cuando la canción está en contra de todo eso. Tuvimos un conflicto judicial que perdimos pero dimos la batalla.

–¿Por qué ya no canta temas de Radio Futura?

–Cada cierto tiempo recibimos ofertas para juntarnos, replanteando algún negocio en nombre de la marca, a pesar del fallecimiento de Enrique Sierra, un golpe muy duro porque era un hermano más. Hay una cuestión muy importante y es que Radio Futura sigue viva. Se ha pasado de generación en generación y Radio Futura todavía tiene prestigio. El repertorio ahí está y no tengo que ocuparme de él. Funciona. Una razón es esa y que agradezco a la suerte que me hayan hecho ese regalo que ese trabajito de aprendizaje que hicimos con el grupo, tenía algo que se transformó en una emoción compartida y que todavía perdura. Mi pasión es ensayar nuevas formas del verso cantado, dentro del formato de la canción popular ver cuántas ventanas se pueden abrir a géneros colindantes, en relación con el son cubano, con la herencia del jazz o del flamenco, ahora en el fondo soy un pequeño rockero todavía. Cuando empiezas con un cabo del hilo musical, la vida te puede hacer recorrer caminos infinitos, puedes empezar siendo un punk medio descerebrado pero terminar oyendo a Juan Sebastián Bach. La música no tiene fronteras. La lengua, sí. Fíjate que siendo fenómenos sonoros ambos.

–Los mercados sí establecen fronteras. Ya no escuchamos jazz en la voz de Javier Colina, de Perico Sambeat, escuchamos poco a Diego El Cigala, que ahora vive en Dominicana…

–Te estás refiriendo a toda una generación de improvisadores españoles que fueron los que transformaron el jazz en nuestra lengua. Dejaron de tocar a Cole Porter, a George Gershwin y a los clásicos de Broadway para empezarse a manejarse con material hispano. Fueron los primeros que le entraron al flamenco y esta generación de jazzeros en España rompió las fronteras. Javier Colina, Chano Domínguez, los que viene detrás, la gente que está en mi grupo: David Pastor, Joan Vinyals, gente que puede con todos los palos. Esto ya no tiene notoriedad porque no es de actualidad, pero están ahí y siguen produciendo. Hoy, toda la atención la tienen los fenómenos mediáticos y todo lo que no pasa por la promo que consigue aumentar los clics, parece que no figura. Los discos apenas existen ya y es muy difícil navegar por Internet sin criterio.

–¿Quién es más grande, Kiko Veneno o usted?

–(risas) Más grande él, tiene más años que yo. Kiko ha sido un maestro para todos nosotros, él había hecho ya un camino interesante cuando yo no había entrado a Radio Futura. Vino a visitarnos en Madrid cuando se enteró que existíamos. Teníamos amigos comunes, los hermanos Amador, de Pata Negra y con Kiko siempre he mantenido una relación de hermano y de aprendiz. Él ya había hechos cosas muy señaladas, que siguen siendo hitos importantísimos para la música española. La canción española sigue viva. Recientemente, quisiera homenajearlo en México porque me acuerdo mucho de él: Fran Pérez (1968-2019), que firmaba como Narf, hizo Baladas da Galiza Imaxinaria, en colaboración con Uxía Senlle. Era un metalero, pero que cuando cantaba con su guitarrita sonaba como un trovador medieval, con una dulzura emocionante. Os recomiendo mucho que busquéis ese disco. Es de una belleza reconfortante, todavía pueden pasar cosas en mi país, inauditas. Agarran la tradición y lo convierten en algo nuevo otra vez.

–Ha padecido la muerte de su hermana, Teresa Auserón

–Teresa era una punki valiente, muy atrevida. Ha dejado un vacío en Zaragoza, tenía muchos amigos, aparte de la familia. Hay mucha gente que la recuerda como una fuerza de la naturaleza. De niña era una revolución cuando corría sin saber andar por los pasillos. Luego fue una de las primeras punkies españolas. Llevó una vida compleja, durante un tiempo, llevó una vida arriesgada y difícil, pero supo hacerle frente a todo, rehízo su camino para recomponer las relaciones con su familia, recuperó el cariño de sus padres y de sus hermanos. Fue una guerrera, estuvo en todos los movimientos sociales, fue una mujer muy combativa y su desaparición ha sido durísima.

–¿Qué le dice el escenario a usted?

–El escenario es una situación artificial, no me quiero acostumbrar a estar siempre un poquito por encima del auditorio. Siempre pienso un poco en la condición del oyente en la que están, no quiero despegarme de esta posición. El escenario te levanta un poco del suelo, te ilumina, mientras mantienes al oyente en la oscuridad, te amplifica. En cierto sentido es una responsabilidad. Es una situación que venero y casi milagrosa. Hay mucha responsabilidad en hacer un uso digno del escenario.

Entrevista de Mónica Maristain publicada en Maremoto.