16 de octubre de 2021
Los espectadores del Foro La Región viajaron hasta África, Persia, al-Andalus, América, Nueva Orleans y, sobre todo, a la Cuba que en 1984 fascinó tanto a Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) que le impulsó a investigar los sonidos caribeños, entre otros, y la huella de estos sobre la música de la Península Ibérica. El compositor, escritor y filósofo presentó en la conferencia, enmarcada en la ICC Week, la profunda investigación musical que hace en “El ritmo perdido”, una tercera edición de un libro que publicó en 2012 y que desgrana el influjo negro en la canción española. “La música es un rasgo eminente, a veces secreto, a veces humilde, y que pasa desapercibido, de la constitución de nuestras sociedades y de la trama de los pueblos. Seguir el influjo rítimico complejo de España nos lleva a darnos cuenta de que la realidad española más profunda es multiétnica, aunque no le guste a alguna gente”, explicó Auserón en el Marcos Valcárcel.
El periodista Jaime Noguerol fue el encargado de presentar al ponente, con palabras sobre el concierto que dio -con su álter ego Juan Perro- el pasado viernes en Ourense. “Fue una actuación para limpiarnos los ojos de estos dos crueles años de pandemia. La trompeta de David parecía anunciar la llegada de los buenos tiempos”, señaló Noguerol, que dijo sobre Auserón que “ya va camino de la leyenda”. El periodista definió al músico como “un hombre culto, del renacimiento, escritor y pensador”.
“EL LIBRO ES LA TOMA DE CONCIENCIA DE UN ROCKERO CUYA GENERACIÓN NACIÓ AMAMANTADA EN UN BIBERÓN NEGRO”
Auserón, que además de embriagado de los sones caribeños también lo está de Ourense, hizo un guiño a estos lares: “Siempre tengo la sensación de esconderme en ‘terras galegas’ con más frecuencia”. El compositor realizó un repaso histórico, ligado a las músicas, de la Península Ibérica. Desde el siglo VIII hasta el debate actual del reguetón. Todo empezó en La Habana que conoció en el 84. “Fui entendiendo esa querencia de los rockeros de mi generación por las músicas heredadas de la negritud norteamericana, afrolatina, afrocaribeña, y especialmente cubana. Por eso viajé a Cuba, para entender por qué los mulatos del Caribe imprimían a nuestro verso cantado un rasgo muy particular: el dominio de la polirritmia”. Auserón definió el concepto de la polirritmia como “saber llevar cuentas pares e impares a la vez con una conciencia amplia del ritmo, que no se sujeta a la repetición de un patrón”. En la Península, esta polirritmia se conserva, según el autor, “en el influjo de los contactos de las músicas peninsulares con Oriente Medio y que tienen que ver con la negritud”.
EL HILO CONDUCTOR
El músico animó a leer “El ritmo perdido”, que para él significa “la toma de conciencia de un rockero cuya generación nació amamantada en un biberón negro y en una lengua desconocida”. El primer enigma al que hace frente la publicación es “averiguar el por qué de esa fascinación, que no era fruto del imperialismo de facto, sino de un sustrato interétnico que latía en nuestras conciencias de pueblos íberos, en los que hay una trama completa por desvelar”. En definitiva, “la lectura se centra en el influjo de los negros en la Península Ibérica”. Auserón desgranó documentación que va desde la invasión de los árabes en el siglo VIII, “donde los primeros emires de Córdoba ya tenían una guardia negra sudanesa” hasta el siglo XV en Jerez de los Caballeros, “donde había barrios con congregaciones de fiestas de negros cantando y bailando que acababan en borracheras y reyertas, hasta con víctimas mortales”. Por tanto, Auserón concluye que la teoría musicológica que dice que el influjo polirrítmico africano nos viene del nuevo mundo, puede ser “si no desmentida, sí discutida”, porque “hasta los mejores etnógrados de Cuba, como Fernando Ortiz, han tenido siempre presente el hecho del influjo negro”.
El compositor señaló que la minoría étnica “dejó una huella en la cultura española muchísimo más grande de lo que se ha de suponer” y se puede comprobar “siguiendo el rastro de los protagonistas negros de la literatura de la época”. Auserón citó a Lope de Vega y sus 1.800 comedias compuestas: “Los protagonistas negros de sus novelas empiezan siendo la esclava negra, que es objeto de burla”.
LO POPULAR
“Hay un conflicto latente a lo largo de los siglos entre pueblos y maneras de ser, culturas poéticas, literarias, musicales… Hay una complejidad que solo se manifiesta en el conflicto pero que, misteriosamente, genera elementos de cultura y de belleza, en lo étnico y en lo musical. La emisión de complejidad de las Españas, ese fruto, es el lazo de unión que sana las heridas de nuestra complejidad”, señaló. Auserón concluyó que “España es un fondo maravilloso de enigmas aún por interpretar y lo popular es lo más rico e inteligente”.
“EL REGUETÓN ES LA DESTRUCCIÓN DE LA CULTURA”
Los espectadores abrieron las preguntas con el reguetón. El ponente explicó que “es fruto del influjo de las pistas jamaicanas”. Por otro lado, “no sabemos a qué Dios hay que echar la culpa de todo esto (del reguetón)”. Así, apuntó que “es la destrucción de la cultura y de muchos cerebros”. Una espectadora preguntó sobre la tauromaquia etiquetada como cultura. El compositor apuntó que “es cultura milneraria, pero también son cultura los realities”. La clave está en “qué partes de la cultura cultivar”. Para Auserón, “la matanza de animales, no”.
Elizabeth Fernández para La Región.