04 de abril de 2018
Con los años el Perro no ha perdido colmillo sino que lo ha afinado. Ha ganado textura en la voz, más agravada pero más plena y larga en registro, y usa ese “instrumento” estilete de la ironía para personalizar un abanico de estilos melódicos, rítmicos y poéticos. Compositor, trovador, cantante digno, filósofo libre pensador destetado en La Movida, Auserón sigue manteniendo y paseando el palmito por encima de moros y cristianos, pero con la visión suficiente como para acordarse de todos. Algunos llamarían a eso carisma. Yo creo que es inteligencia para estar en el momento preciso, e intuición y visión para buscar y forjarse. Musicalmente el suyo ha sido y es cada vez más un ejercicio de valentía, clarividencia, esencia, elegancia, capacidad, y ese punto propio que se llama Santiago.
Con una puesta en escena impecable, añade el talento de sus excelentes músicos que le ayudan a construir todos los acentos y ambientes de las nuevas composiciones. La verdad musical de Juan Perro es como una enciclopedia de la música popular, que se sabe popular porque no es docta. Es una continua lección de maestría cincelada artesanalmente por su mano y su voz, acrecentada ya en arte.
Extracto de la crítica de Santiago Echevarría para Diario de Navarra.