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06 de julio de 2022

Crítica de «Libertad» en El Giradiscos, por Eduardo M. López

Podría decirse que Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) le hubiera tomado el pulso tranquilo a este siglo. Acostumbrado a cuidar meticulosamente el material que publica, el maño apenas ha entregado media decena de discos con canciones inéditas en estas dos últimas décadas. Cierto es que durante este período ha sacado tiempo para engrosar su bibliografía: las ediciones de "El ritmo perdido" (Península, 2012. reedit. Anagrama, 2022) o "Arte Sonora" (Anagrama, 2022) dan buena fe de su trabajo como investigador. Ha podido retratar, también, en directo parte de su repertorio, arropado por formaciones amplias y heterogéneas, moldeadas para cada ocasión. Todo ello ya señalaba en cierta manera una recuperación del pulso creativo y dejaba entrever que algo se tramaba estos años recientes.

Es "Libertad" (La huella sonora, 2022) una grata sorpresa y una demostración de que el autor sigue explorando con acierto la música de raíces que tan bien investiga y conoce. Se respiran en este nuevo trabajo aires a La Habana, Madrid y Nueva Orleans. Manteniendo a un lado, por esta vez, el género (sin quitarle ojo), Auserón concede mayor protagonismo al mestizaje a través de un abanico rico en estilos, algo de agradecer a un artista que ha sabido trabajar con maestría durante cuatro décadas géneros como el rock, el son, el blues o el jazz, por citar solo algunos. Así, escuchando canciones como "La ley del camino" o "Extraños deseos", es más que probable que algún seguidor se sienta trasladado a discos como "La huella sonora" (BMG Music Spain, 1997) o "Mr. Hambre" (Dro East West, 2000). De este acercamiento al rock y a una mayor variedad estilística probablemente tenga parte de culpa la coproducción de Joe Dworniack, quien ya trabajó en los discos de Radio Futura y los primeros de Santiago Auserón como Juan Perro, constituyendo una de las novedades más agradables.

Ya el primer corte, "Quemando caña", nos brinda ritmos afrolatinos combinados con imágenes de La Habana y Cuba, como si nos remontáramos a los inicios de la carrera de Juan Perro, idea que se refuerza al llegar a la tercera parada del disco, "Gibara" (”se escucha la voz de un sonero / renace la trova oriental"). A medida que avanza el primer tramo del disco se hace evidente la riqueza en matices sonoros respecto a trabajos anteriores. Es a mitad de escucha cuando "La ley del camino" nos recuerda la fina habilidad de Auserón para trabajar el lenguaje del rock y para seguir creando potenciales singles. Con "Extraños deseos" se da paso un rhythm and blues vibrante antes de recalar en la bellísima "El sueño", para finalizar con "La libertad", donde el autor nos recuerda el precio que conlleva mantenerla viva ("una vez que coges el camino / ya no hay vuelta atrás").

Santiago Auserón sigue poseyendo una de las voces más privilegiadas de la música popular tanto en castellano como a nivel global, lo que le convierte en uno de los mejores intérpretes de su generación, algo pocas veces reivindicado y que siempre se hace necesario recordar. Existe la sensación de que con la entrega de "Libertad", gana todo: la producción, la variedad estilística, el potencial de contener un single...Como si el autor quisiera reunir todo su conocimiento y oficio en un solo trabajo para ponérnoslo al día.

Crítica de Eduardo M. López para el Giradiscos.