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25 de agosto de 2022

"El músico contemporáneo debe ser resistente e insistir en la memoria de las tradiciones", por Mónica Maristain.

Mi admiración por Santiago Auserón viene desde hace tiempo, como un músico y un escritor que me ha formado y al mismo tiempo esa “intimidad” de los artistas que uno quiere, se corresponde contrariamente con esta extroversión reinante, donde todo explota como un petardo falso.

No somos pocos los que lo admiramos, sino que como él mismo dice “el mercado ha ganado”, aunque es probable que no por mucho tiempo. En México, este país tan vivificante, tan eléctrico, Santiago Auserón (Juan Perro) tiene un gran lugar. No sólo porque todos lo recuerdan como el gran hacedor de Radio Futura, esa banda que suena como si hubieran compuesto hoy mismo “Anabel Lee” o “Veneno en la piel”. No sólo porque alguien con un buen oído y buenas intenciones vea la cantidad de agrupaciones inspiradas por Radio Futura que han hecho su agosto en estos lares (incluido los compositores muertos, que a partir del fallecimiento parece ser que se ha convertido en talentoso), sino también porque todas las exploraciones musicales de Auserón han seguido y por ese camino hemos visto desde discos increíbles como los hechos por Juan Perro (su nombre artístico), por ejemplo Cantares de Vela o Libertad, su nuevo material o por libros como el determinante El ritmo perdido, donde el autor revive el rastro de la negritud musical en España.

Ahora, con un libro en el mercado y un nuevo disco, hemos tenido la oportunidad de hacerle esta entrevista (Gracias a su representante, Miguel Jiménez Luján). Un poco nerviosa, claro está y siempre atenta para escuchar cada uno de los conceptos de Santiago, que habla de la música que se usa para el espectro autista o cuando las personas con un Alzheimer muy avanzado, recuerdan con toda precisión una canción de la juventud.

Yo, como siempre, hablando de algo impropio como la música en los vinos, que siguiendo la experiencia de Fabiola de la Fuente “le canta y le habla bonito al vino en Vinos Salto de Fe”, un poco también para demostrar lo ya sabido: la música es algo inentendible o inexplicable y tiene como el propio cerebro (siempre en misterio esos dos elementos) muchas posibilidades de desarrollo.

“La música es lo que uno es: constituye nuestro ser y en ese sentido hay artistas que lo tocan todo en nuestra sonoridad y ese es Santiago Auserón”, decíamos cuando hablábamos de su nuevo disco, hecho con unos músicos extraordinarios.

Con letras y música de Santiago Auserón, es el último trabajo del recientemente fallecido Joan Vinyals (1963-2022), una víctima más del coronavirus, quien revisó las partituras, colaboró en el diseño de las guitarras y ayudó en la dirección musical.

Precisamente de esa muerte, que todavía le cuesta aceptarla, Santiago Auserón habla de Joan, “una persona extremadamente comunicativa y de la cual sacaremos un disco póstumo, con su trío, merced al baterista Pere Foved”. Se refiere al coronavirus como algo de lo que hay que tener “cuidado”.

En Libertad, fue también Pere Foved e Isaac Coll los que grabaron las primeras ideas de base sobre la maqueta, David Pastor revisó y grabó sobra la maqueta los arreglos de vientos, antes de retocarlos junto a Gabriel Amargant.6

También hablamos de su nuevo libro, Arte sonora, que ha publicado Anagrama, donde Auserón explora las raíces de la música griega antigua, donde estudia, las relaciones entre filosofía y música (la racionalidad y el instinto), su tesis doctoral que defendió en 2015, en la Universidad Complutense de Madrid, con la que se recibió de doctor.

En palabras del propio autor, dicho estudio parte de “la inquietud por conocer el rastro de las sonoridades musicales que asistieron al nacimiento de la filosofía” y estudia “el papel fundamental que cumplió la música en la instauración de las costumbres arcaicas, en la elaboración de las fórmulas situales, de los mitos y de las leyendas heroicas, de las metáforas más afortunadas de los poetas, de las sentencias de algunos sabios, en la preservación de las leyes y de todo aquello que mereciera ser recordado con palabras entre aquellos pueblos que se dieron a sí mismos el hombre de helenos antes del advenimiento de la escritura”.

Como artista está al frente de La Huella Sonora, que comanda la muy eficiente Mariluz Auserón Marruedo, que tiene entre otras cosas que armar la extensa gira que en estos momentos Juan Perro realiza por España y probablemente lo traerá a México en octubre o noviembre.

Todas las personas entrevistadas en nuestro humilde sitio son importantes, pero haciendo un uso extraordinario de este espacio, dedico esta nota al colaborador y amigo Alejandro Márquez, quien hace esa maravillosa columna Manuscritos de la ciudad reptil y es auseriano de ley.

Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) estudió Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid y luego en París VIII, bajo la dirección de Gilles Deleuze. Cantante y compositor de Radio Futura, grupo fundamental del rock español, es autor de numerosos artículos y de los libros La imagen sonora, Canciones de Radio Futura, Canciones de Juan Perro y Semilla del son. Crónica de un hechizo. Bajo el nombre de Juan Perro ha publicado discos como Mr. Hambre, Cantares de Vela y Cantos de ultramar. Bajo su nombre de pila ha realizado otros proyectos, como Canciones de Santiago Auserón con la Original Jazz Orquestra del Taller de Músics o Vagamundo, con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Ha recibido el Premio Nacional de Músicas Actuales (2011).

“Me siento atraído o seducido por el aspecto práctico que te obliga al ejercicio musical, al aprendizaje de un instrumento, de la electrónica, que te obliga a una relación muy técnica, con la emisión de la voz o con tocar una guitarra. Todo el ejercicio práctico musical me fascina, porque necesito estar en contacto con los materiales, con las maderas de la guitarra, con los hierros de la batería, con la vibración del aparato fonador de la voz, cuando las vibraciones de lo musical se expresan en un espacio concreto”, afirma Santiago Auserón cuando escribe un libro como Arte Sonora y de pronto es la música la que lo llama.

“Esa relación física con la música es puramente intuitiva y no necesita teoría. Ni estudiar filosofía ni estudiar a los griegos ni estudiar matemática, pero cuando uno siente la mordedura del veneno intelectual, se convierte en un apasionamiento que no tiene nada de pretensión académica. Es otra pasión. Cuando empiezas a entender las explicaciones de los antiguos sobre la octava musical, como siguen las relaciones de los números naturales, cuando los pitagóricos ya hablaban de eso de que hay una matemática en la escala musical y que es una regularidad que todo ser humano percibe. ¿Cómo es que unos hechos naturales responden a algo que parece manipulación técnica? Todo esto me apasiona igualmente, el lado práctico y el lado teórico de la música. Me encanta ir a las bibliotecas, que considero un templo del misterio, para hacer investigación, pero llega un punto que empiezo a sentir ganas de salir a la carretera”, agrega.

“Necesito el viaje, necesito llegar al público y necesito la arquitectura del sonido”, expresa este artista independiente, solitario, con una “hiperactividad” que lo tiene sin tiempo. “Mi realidad es así, como yo lo vivo. Encuentro cierta justificación literaria en los trovadores medievales del sur de Francia, cuyo ideal de vida era componiendo en sus habitaciones y creando música y escribiendo poesía, la otra mitad, cuando los caminos llamaban e iban a cantar las canciones de corte en corte. Parece ser que no soy el único tarado con esta especie de duplicidad”, afirma.

Santiago Auserón es un intelectual a tiempo completo, se aferre a cualquiera de sus duplicidades, pero también es hijo de obreros. Tiene para la palabra un respeto para el que no cabe la arrogancia.

“La atracción de las ideas, debo tener un cerebrito un poco tocado, tirando para las nubes, como decía José Alfredo, pero es verdad que no me gusta el medio en que los intelectuales se ponen arrogantes. Yo me fui a París y los intelectuales se ponían muy tiesos, con una actitud barnizada. Esa especie de arrogancia intelectual me resulta repelente. Como hijo de la clase obrera, entiendo el amor intelectual y por la poesía de una manera un poco salvaje, no lo entiendo en las sectas. No comulgo con eso y tampoco me gusta la idolatría en el mundo del pop. La actitud icónica del ídolo pop que se muestra bruñida por el destello mediático, me repele. No soporto ni un extremo ni otro de la arrogancia”, expresa.

El libro tiene la prosa de Auserón, pero también es un tratado y una tesis que a Santiago lo volvió doctor.

“Me gustaría que fuera abordable por todos sin complejos, pero debo advertir que es un libro riguroso. Discutiendo con filósofos. He intentado que en el libro haya puntos de llegadas, trayectos que desembocan en una idea que pueda ser compartida. El léxico filosófico se recrea en una especie de hermetismo que no siempre está justificado, a veces la filosofía termina hablando de sí misma y desde mi punto de vista un tanto fronterizo, un tanto contrabandista, creo que mi papel es transmitir, tratando de hacer entender a esos filósofos un tanto oscuros y de compartirlo con el máximo número de personas”, afirma.

Libertad es un disco tan importante como Cantares de vela. Es un disco profundo y gozoso. Pasaremos ahora a hablar de música.

“Llegados a este extremo, en el que estoy cumpliendo cierta edad, respecto al coronavirus que hubo un parón de todos, en esos dos años, me puse a componer con un ritmo que no es habitual en mí. No tengo que responder a las presiones de la industria, soy independiente, voy a mi aire. Pero dos años en donde hubo cancelaciones, me hicieron pensar que debía hacerme responsable de la actividad de la banda y de la oficina y debía tener nuevas canciones”, asegura.

“Me puse a trabajar a un ritmo poco habitual en mí, en 10 canciones con el que hice una demo y pude compartir con mis compañeros. Una parte de la crítica española se ha abstenido de comentar este disco, la otra parte ha sido muy precisa y muy elogiosa”, afirma.

“Quiero salir de lo negativo, que haya cierta complicidad entre los géneros musicales, la gente del rock somos amigos de la gente del jazz, hacer nueva música es necesario cuando estamos asistiendo a un proceso de monopolización de los canales de la música popular por parte de quienes detentan el poder de las descargas digitales. Benefician a los artistas manipulables según sus criterios. Estamos asistiendo a una especie de explosión mundial a lo que yo llamo coreografías de nalgas en la cual ya no hay músicos en el escenario, hay bailarines, todos muy guapos, pero ya no hay músicos. El músico popular contemporáneo no debe desaparecer de la escena”, agrega.

“Ha habido una especie de operación deliberada de que los artistas creativos o inquietantes saliesen de la escena y todo ha quedado en manos de la gente que sabe ganar dinero rápidamente”, expresa.

“Para luchar contra todo esto debemos insistir en la memoria de las tradiciones. A mí me dicen algunos que soy un abuelito que está pensando en los sonidos antiguos, el paso del tiempo sería incapaz de negarlo, no voy a discutir la edad que tengo, pero sí discutiré la mirada atrás. Creo además que este gusto que comparto con la gente de mi banda, haciendo este sonido “vintage”, de preservar las calidades analógicas y el sonido de lámparas, nos permite mantener la atención orientada a esas chispas de la electricidad en la música popular. Se acercan lenguas, continentes, anglos y latinos, se acercan etnias. La creación artística tenga cancha en el público, que la experimentación llegue a mucha gente. La gente que maneja la industria se dio cuenta de que los artistas no hacían falta y que se podía canalizar la lana de la industria por vía digital. De momento están ganando la batalla, pero debemos resistir haciendo buena música, llegando a las minorías que saben reconocer la diferencia”, es la voz de Auserón.

El coronavirus le ha dejado pérdidas. “Tú conociste a Joan Vinyals, que en México ha sido muy querido, él adoraba México. Ha sabido crear amigos, entre músicos y aficionados en muchas partes del país. Su capacidad comunicativa y tener esa capacidad de crear puentes, es una virtud de él. Por cierto, está por salir un demo con ocho temas que edita el sello Picap, a principios de septiembre. Su desaparición fue un hachazo en la cabeza y hay que seguir siendo prudente con este asunto”, afirma.

Cree en el talento de algunos músicos de moda como Rosalía o C.Tangana, aunque también piensa que es el mercado el que rige su obra. “Hay gente de valía, C.Tangana es un tipo que tiene compás. Rosalía es una tipa que tiene formación musical, incluso mayor que la mía, pero lo que vemos de ellos es el aspecto mercantil labrado por las compañías para las que trabajan”, afirma.

“No me gustan los encuentros ni los homenajes. A mí los músicos que me fascinan son los instrumentistas de máximo nivel. Son grandes artistas y no dominan ningún mercado. Me siento bien con ese tipo de gente, no necesito íconos populares ni encuentros y me he convertido en outsider deliberadamente”, agrega.

Piensa venir a México con toda la banda para octubre o noviembre. “La unidad de la banda es la imagen real del proyecto de Juan Perro”, afirma.

Entrevista de Mónica Maristain para Maremoto (Maristain).