24 de junio de 2007
Ese don quizá venga de la infancia, de esas mudanzas frecuentes que llevaban a la familia Auserón de una ciudad a otra, según las obras de su padre, que era topógrafo. Y también, pensándolo bien, tiene mucho que ver con su poética que, ya en Radio Futura y después con Juan Perro, conseguía plasmar el ambiente del pueblo, el tipismo de la España rural, en canciones con un envoltorio innovador.
"Nos estamos comiendo mentiras como realidades y eso despista nuestra mente."
Quizá esa naturalidad para crear un lenguaje propio de trovador eléctrico con color rural y su lucha por crear veredas propias (aunque eso le cueste fama y dinero) sean los dos rasgos que mejor definen a este músico. Esa estrella de rock a la que pocos han perdonado haber estudiado Filosofía (y que se le note), el autor de canciones de nuestro imaginario colectivo.
En su empeño por preferir el camino del laberinto antes que la línea recta, este verano se ha saltado las reglas de reunirse con su hermano Luis Auserón y Enrique Sierra para desempolvar las canciones de Radio Futura, como dictarían las normas de la economía y la mercadotecnia.
Reunir a Radio Futura sería una solución de negocio estupenda para ganar mucho dinero y retirarnos, pero es que no queremos retirarnos. Estamos cada uno con sus ensueños y sus proyectos, en mi caso, con asuntos que me parecen mucho más interesantes como éste en el que se unen los repertorios de Radio Futura y Juan Perro, dándoles una identidad unitaria, desde la visión del compositor Enric Palomar.
Pero esto no es nuevo en Auserón. A principios de los 80 se negó a caminar por el lado más cómodo y convertirse en un ídolo de fans y, años después, cuando él y sus compañeros de Radio Futura estaban en lo más alto de su carrera, también decidieron abrir la puerta trasera y largarse, disolver el grupo y, en el caso de Santiago, acercarse a los ritmos cubanos, algo que pocos esperaban de él.
Extracto de la entrevista de Silvia Grijalba para MAGAZINE, 24/06/2007.