02 de octubre de 2015
-El 5 de octubre leerá su tesis doctoral. He estado en conferencias y he leído artículos suyos y no puedo evitar pensar: ¡Albricias, Santiago Auserón concluyó su (inacabable) tesis! ¿Cómo se siente ahora? ¿Todavía siente impulsos de retocarla?
-Claro, dicen que la tesis se abandona, nunca se acaba. Tengo alguna propuesta para publicarla y me gustaría darle otra vuelta para aclarar las ideas.
-¿Cree que la musical es la mejor huella para seguir la evolución del ser humano?
-Creo que la música deja un rastro privilegiado para entender al ser humano, pero también que debe estudiarse en relación con el lenguaje y también con otras artes, desde la metalurgia y la cerámica hasta la arquitectura, la pintura, la danza, etc.
-Tras Radio Futura -ya también en el último disco-, dirigió sus oídos hacia Cuba siguiendo la huella del son. ¿Qué encontró? Y también: ¿Por qué Cuba y no, por ejemplo, África?
-En Cuba se junta el ritmo africano con el verso español. Conviven durante quinientos años, nada menos, de ahí su importancia para nosotros. Encontré una flexibilidad rítmica y melódica que le viene bien a la canción española.
-Después regresó brevemente al rock y buceó entre sus raíces (soul, blues). ¿Fue tal vez un efecto rebote? ¿También somos hijos de la modernidad y ésta viene de lo anglo?
-Cada vez que me alejo hacia una frontera nueva, en el espacio o en el tiempo, siento la necesidad de comprobar cómo funciona lo que acabo de aprender con la escuela callejera en la que me formé desde crío. Hay gente que considera la tradición afroamericana como un producto invasivo, imperialista. Yo no pienso así. La música no tiene nacionalidades, sus raíces dan «al viento»... Además, lo negro ya estaba en Iberia antes del Descubrimiento.
-Voy a ser un poco más periodista estándar ahora. No hay prisa alguna pero, tras 'La Zarabanda', ¿tiene algún proyecto discográfico entre manos? ¿En qué fase se encuentra y sobre todo, en qué dirección irá?
-Tengo una docena de canciones nuevas en boceto, algunas de ellas rodadas en directo. Sin contar con otras que se han quedado atrás desde la grabación de 'Río Negro' y no están registradas. Quiero escribir algunas más y elegir con tiento. Los discos ya no se venden, pero quiero que el próximo sea mi mejor disco.
-Según hablamos, pienso: debe de ser difícil ser Juan Perro. A casi todos los artistas nos limitamos a pedirles un disco con buenas canciones, pero a él ya le preguntamos qué nuevo mundo nos descubrirá. ¿Siente esa responsabilidad del explorador?
-Sí, claro, pero no es una carga, es algo que me sale natural. En el nuevo repertorio se combinarán las nuevas pistas con la maduración de ideas viejas.
-Oiga, ¿y no le hubiera salido más rentable buscar el oro material del single pop en vez de ese 'eldorado' acústico del conocimiento?
-No, solo se vive una vez y hay que decidir en qué emplea uno su tiempo. El mundo de los negocios es muy aburrido, a no ser que te vaya la erótica del poder, el acumular riqueza sin límite. No es mi caso.
-¿Esta vez viene a Murcia con Joan Vinyals o tal vez en formato trío?
-Voy a dúo con el Dimoni [Vinyals], el Pájaro [Gabriel Amargant] está de vacaciones en Formentera, qué tío. Me apetece, porque no tocamos con las acústicas desde hace tiempo. Es otro rollo.
-¡Anda que no se le recuerdan actuaciones memorables por aquí! Sobre todo en Cartagena (La Mar de Músicas). Aquella con Compay Segundo, pero también la última. Había tomado unos tragos y dijo: «Mirad, yo ya tengo una edad y si no es para pasarlo bien no me subo a un escenario». Hubo una comunicación muy especial esa noche. ¿Al final se acabó bañando desnudo?
-No, no llegamos a tanto. Eso sí, por la mañana me quité el traje para ducharme. La verdad es que la adrenalina del escenario no combina bien con el licor. Pero aquella noche con La Zarabanda hubo musas que, por fortuna, se hicieron cargo de la situación. La gente también se había tomado algo, supongo [ríe].
-La música es un gran vehículo de comunicación, pero también de seducción. Su caso es un buen ejemplo, pero también la propia historia del rock. ¿Cuán importante es la seducción en el arte y en la vida?
-Hay que tener cuidado con la seducción, suele salir cara. Detrás del poder de seducción de los iconos del rock hay una maquinaria industrial pesada... Los inventos del sonido eléctrico han salido de laboratorios dedicados a las aplicaciones militares. Un lápiz de labios puede llevar a un ciudadano libre a asumir una nueva esclavitud. Pero, ay, sin esos riesgos la vida sería menos interesante.
-Lo ha dicho en alguna ocasión: «Hoy hay mejores músicos que nunca pero les cuesta más darse a conocer». ¿Por qué? ¿No hay tan buenos compositores?
-Las nuevas generaciones de músicos no ven la luz porque el negocio mediático lo han capturado especuladores sin gusto musical y sin escrúpulos. Eso no tiene que ver con el potencial creador. Ahora bien, lo cierto es que en la música popular española escasean los buenos compositores. Incluso en el jazz. Lo contrario ocurre en 'música culta', que está al nivel de los mejores.
Entrevista de Jam Albarracín para el periódico La Verdad de Murcia.