23 de julio de 2016
Hace algunas semanas nos decía Benjamin Clementine en su concierto que sólo le salían canciones tristes, pues a Juan Perro le pasa que sólo le salen canciones bonitas con tendencia al infinito. Es un disfrutón este tío. De veras que no encuentro motivos para tirar la toalla en ninguna de sus canciones, en ninguna de sus melodías. No hay compasión ni tristeza épica; hay referencias de viajes exteriores y relaciones mundanas donde el desamor, si lo hubiere, casi siempre está teñido de sorna callejera. Son canciones que se beben y se saborean en la medida que su autor las prepara para que las degustemos como trío, sexteto (en este caso), con Sinfónica o dando rienda suelta a la pecaminosa zarabanda. Dentro de ellas revolotean los mirlos y las golondrinas y suena todo de lo que está hecha la música española y parece que no nos atrevemos a reivindicar. No hay son sin jazz, ni blues sin bolero.
Conejillos de indias fuimos y con un regusto tan dulce como salado apresamos la esencia de unas canciones que la banda, por estar recién escritas, pareciera que las estuviera arreglando en el escenario como en los ensayos, pero delante de nosotros. Y es que Santiago, para todo lo que rime con belleza picaflor, está tratando en esta gira (“Nuevas Canciones” se llama) de probar para rematar las nuevas composiciones (“Ámbar” y “Nada” dejaron una sensación abisal) a falta, todavía, de un formato físico en el que poder dejar constancia de la dichosa evolución (“Raíces al viento“, “La Huella Sonora“, “Mr. Hambre“, “Cantares de vela“, “Río Negro“…) de un artista que, en un tiempo no muy lejano, fue estandarte (after punk se autodenominó con sorna. La sorna) de la osadía de sacar de las catacumbas a la música popular de la España de los 80 (y en esas estamos todavía).
Claro que cualquier empresa por imposible que ésta sea no se puede emprender sin tener a Dios de nuestro lado, a saber: Joan Vinyals (a la guitarra), Isaac Coll (al bajo), Moisés Porro (batería y percusión), David Pastor (trompeta) y Gabriel Amargant (saxo tenor y clarinete). Aunque un simple giro del destino también podría ayudar, es decir: “Río Negro“, “Señora del Mar“, “Fonda de Dolores“, “Perla Oscura“, “Charla del pescado“, “Semilla Negra“, “A un perro flaco“…
Qué mas!
Crítica publicada en Microsurcos, 23/7/2016.