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11 de agosto de 2014

Juan Perro, Calor contra el agua

La nueva propuesta de Santiago Auserón con la Zarabanda –una formación de nueve músicos solvente, potente, afinada, animada y por momentos con el sabor de esas orquestas de antaño, con un espacio destacado para los vientos y la percusión– es capaz de resumir y reproducir ese gusto por toda la música y todas las músicas en un espectáculo que arrancó a las nueve y que subió a las tablas una veintena de temas ante una plaza Mayor desahogada de principio a fin y abarrotada, eso sí, durante la primera hora, de paraguas y chubasqueros.

Con ‘Reina zulú’ se arrancó una noche que discurrió por la discografía y los ritmos de Juan Perro, de rigusoso traje negro y sombrero y con un agradecimiento latente en la garganta que pronto hizo evidente para desear unas fiestas de diversión: «Estamos encantados de estar en Gijón, esa muchacha hermosa y siempre generosa con este perro», le espetó al público antes de hacer sonar temas como ‘Blueberry Hill’, que fue su primera canción de «negros», como confesó al público,‘Río negro’, ‘Perla oscura’, ‘No más lágrimas’, ‘Girasoles robados’, ‘Pies en el barro’ –con amplia presentación previa– y que encontró hueco incluso para versionar a Pérez Prado y su ‘Rico mambo’. Entonces el ambiente ya se había calentado en una noche fría que costó encender con tanto agua. Pero el repertorio animó al movimiento en un concierto de más de dos horas y media en el que Auserón viajó de Cuba a Nueva Orleans e incluso se dejó ver por el Londres de los Beatles, con permiso de los Top Notes y los Isley Brothers. Y es que justo cuando improvisó un bolero de Benny Moré, ‘Hoy como ayer’, dejó de caer agua del cielo como por arte de magia y pronto se arrancaría con un ‘Bogaloo’ que se mezcló con ‘Twist&Shout’ y la plaza empezó a sentir la fiesta.

Lástima, eso sí, que no estuviera a reventar como la ocasión merecía para continuar escuchando canciones ya más populares para el público, como ‘La charla del pescado’ o el citado ‘Que rico el mambo’ que precerían a ‘Un perro flaco’ y a los bises de despedida. Lástima que la lluvia no dejara al público gozar más y mejor con los ritmos mestizos que han alimentado la carrera de un Auserón, que siempre ha sabido acompañarse de buenos músicos. El público se lo agradeció con un sonoro aplauso al final del concierto, que finalizó al ritmo de ‘Watermelon man’.

Crítica de M.F. Antuña para el periódico El Comercio