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08 de marzo de 2009

Juan Perro en la Casa Encendida

La gratuidad de los conciertos obligaba a pasar casi tanto tiempo haciendo cola como disfrutándolos pero, como la gente se mueve a otro ritmo los domingos por la tarde, nadie protestó. Tras una breve presentación para los oyentes de Radio 3, Juan Perro y su nueva banda salieron al escenario a las nueve menos diez.

Durante mucho tiempo se ha mencionado a Dorian Gray a la hora de referirse al excelente aspecto del ya cincuentón Auserón, pero creo que puede empezar a hablarse de Benjamin Button: no es que el tipo no envejezca, es que parece rejuvenecer. Con la salvedad de una incipiente barriga, Auserón sobre las tablas sigue inmune al paso del tiempo. Sin sombrero ni traje chaqueta, pero con sus perennes gafas negras y ese pelo que parece siempre recién lavado, se sentó en una silla y agarró la guitarra acústica. Le acompañaban un trío de músicos cubanos (guitarra eléctrica, percusión y contrabajo) que harán las delicias de las féminas que acudan a los próximos conciertos de Juan Perro.

Auserón advirtió que las nuevas canciones que íbamos a oír eran “de libre circulación” (lo que arrancó un aplauso del auditorio, a saber por qué), aunque rogó a los que las grabaran que ejercieran de buenos productores fonográficos y no las hicieran circular si salían mal. Obviamente, él sabía que ninguna de las dos cosas iban a ocurrir: que la ejecución de los temas sería perfecta y la gente les daría la difusión que merecen. De no haberlo querido, dudo que hubiera colaborado en su emisión radiofónica.

Las nuevas canciones son, de forma inequívoca, de Juan Perro: llevan su marca indeleble. Como de costumbre, beben a medias del son cubano y del blues, sin hacer hincapié en los aspectos más farragosos de ambos géneros. La voz poderosa de Auserón sigue siendo la protagonista de la función, llegando incluso a interpretar personajes con ella, como en Poco talento (a nadie se le escapa que el título, o es irónico, o no habla de él: es lo segundo). Pero los músicos tienen su espacio también. El guitarrista Norberto Rodríguez es el que más atención capta, quizá por ser el único que toca de pie y porque sostiene la mirada a las espectadoras con una impudicia muy cubana; pero la base rítmica de Ronald Morán y Moisés Porro es la que logra que las canciones despeguen de verdad. La compenetración entre los cuatro conduce al equívoco, haciendo creer que llevan tiempo tocando juntos. No es así.

Escrito por Jota 78.