17 de septiembre de 2009
-Se habla de una vuelta de Santiago Auserón...
-Vamos a ver, en todo caso estaremos hablando de la vuelta de Juan Perro, que es una marca que he tenido aparcada durante varios años.
-Pero, ¿como artista es posible marcharse del todo aunque sea de manera temporal?
-Yo no he podido hacerlo desde que empecé. En España es muy difícil mantener a lo largo del tiempo un proyecto artístico de cierto riesgo. Se puede tener suerte en un momento dado, pero en realidad sólo está fácil para los que van a por todas por una camino más comercial y publicitario. Para una obra de creación las cosas en España están muy difíciles.
-Todo esto que comenta se presta a preguntarle por su visión del panorama musical actual en España.
-La sociedad española es muy musical, llevamos décadas de corrientes interesantes. Cada comunidad tiene sus colores, con sonidos bien diferenciados. Lo que no es tan rico en España es la estructura de poder público y medios de comunicación, que no permiten que haya continuidad en la música popular, con proyectos dignos que avancen con los tiempos. Cada generación viene aportando algo muy interesante y al cabo de unos diez años decide abandonar. Y cada próxima generación tiene que empezar de cero, sin apoyos, sin ayudas. Es que ni siquiera existe una red de locales para tocar y para ensayar. Se alquilan locales con precios totalmente abusivos.
-¿En ese vacío también roba espacio lo que se entiende por música comercial?
-Sin duda. En España está ocurriendo algo que no sucede en ninguna otra parte del mundo. En todas partes tiene que haber una música comercial, facilona, que sirva para que la gente la tararee sin comerse la cabeza mientras se afeita o lava la vajilla. Eso es legítimo y se acepta. Pero toda sociedad sana debe contar con un abanico que abarque tanto esa música facilona como los sonidos más elaborados. El problema en este país es que hay una tendencia a que sólo sobreviva la música facilona. Lo malo no es que exista la música ligera, sino que sólo exista ese tipo de oferta, que siempre medre el artista comercial manipulado por intereses muy organizados. Esas cosas no ocurren en otros países del mundo. En Europa mismo hay sitio para todos. Los que van a por todas y se quieren comer el mundo y se mueven organizados por el marketing, pues se lo llevan en masa. Pero luego existen locales de otro corte que dan el cobijo suficiente para que los artistas creativos vivan, para que puedan crecer a lo largo de los años y puedan cumplir con sus propósitos.
-Cuando habla de intereses, ¿habla, por poner un ejemplo, de cadenas de producción que van desde productoras, medios de comunicación y salas de fiesta?
-Bueno, ese puede ser un modelo, es cierto. Haría falta un análisis público de cómo funciona la música hecha para los jóvenes como excusa para generar publicidad, con grupos que a su vez juegan un papel político a gran escala. La música de los adolescentes acaba siendo como una especie de cebo para atraer inversión publicitaria y a su vez la gran cadena que obtiene réditos con esa fórmula adquiere una gran proyección pública y en ese sentido resulta un socio indispensable para los partidos políticos. Esta cadena de la que estamos hablando le cierra el camino a las aportaciones creativas de los jóvenes o incluso de muchos músicos veteranos que siguen apostando por la creación y que no se contentan con las tentaciones facilonas.
-Entiendo que a usted también le afecta todo esto de lo que habla...
-Pero me importa poco ya. He dedicado décadas, desde los tiempos de Radio Futura, a enfrentarme y tratar de preservar lo artístico desde dentro del negocio. Ya estoy harto, no quiero enfrentarme a nada. No tengo contrato discográfico porque no me da la gana, para evitar esa clase de enfrentamientos. Llevo mis asuntos desde mi propia oficina pequeñita y si tengo que trabajar menos, pues lo hago. Ahora bien, sí es cierto que tengo la suerte de contar con un grupo de fieles, de amigos, que con el paso de los tiempos se han convertido en un público excelente. Personas a las que les gusta la música, que leen, que van a cine. Por esto, me considero muy feliz y tengo aún la ilusión suficiente para pensar que mis mejores canciones aún están por nacer.
-Con todo lo que dice, siendo usted Santiago Auserón, ¿imagínese lo que pueden pensar muchos de los artistas jóvenes que pretenden iniciar una carrera y que ahora estén leyendo esta entrevista?
-Hay que hacer una matización. En un momento dado, yo tuve la suerte de alcanzar una gran proyección con Radio Futura y luego fui yo el que de manera deliberada me he apartado de todo ese engranaje de la industria. Y desde entonces, de alguna manera siempre me he podido buscar la vida para que me presten algo más de atención. Creo que a partir de ahora las cosas sí se van a poner mucho más duras. Los artistas veteranos, los que no estamos subidos a esa parte comercial del negocio, vamos a tener que pelear mucho más para mantener unas condiciones mínimas. Apartados de esa cara de la industria, tendremos que explorar muy seriamente vías como internet y ofertar directos que puedan resultar atractivos. En muchas ocasiones, el momento presente de un artista de larga trayectoria como yo se parece en mucho a otros que puedan estar comenzando. Yo lo que aconsejo a los grupos que están en la pelea son dos cosas. Fe ciega en el proceso artístico. Fe ciega en las canciones y su calidad. Y apasionarse en el proceso creativo. Construir un sonido y contagiarlo de esquina en esquina, aunque haya que tocar en la calle, local a local. Ganarse una parroquia en un local, y luego saltar a otro. Intentar dar todos esos pasos creyendo en sus posibilidades. Si se tiene la cobertura de algún medio de comunicación, mejor, pero si no, un proyecto creativo tiene que mantener su integridad sobre todas las cosas. E insisto, aunque haya que trabajar en otra cosa para mantenerse. Algunos de lo poetas más grandes de la historia, por ejemplo, han sido funcionarios públicos o abogados para ganarse la comida.
-¿Y cuántas puertas le cierran a Santiago Auserón?
-Algunas, claro. Yo tampoco creo que haya que darle la espalda inevitablemente a la industria, lo que no hay es que tragar con las condiciones que rebajan los grados y las aspiraciones del proyecto. Cuando la industria y los medios de comunicación, de una manera honesta y transparente, que es algo que se da en muy pocas ocasiones, crean en un proyecto y lo potencien en la escala pública más amplia, el artista está en su derecho de disfrutar de esa suerte. Eso es legítimo, cuando ocurre en unos términos de entendimiento que sean legales, respetuosos, sin falsedad y sin engaño. Si no, para estar toda la vida peleando contra fantasmas oscuros, será mejor reducir tu margen de maniobra y ser feliz con tu trabajo. En esta situación que te cuento, debo que reconocer que sigo teniendo suerte. He dado ya este año 15 conciertos y eso, para una temporada en la que las actuaciones en general se han reducido casi a la mitad, no deja de ser una buena cifra. Hay otros compañeros que lo están pasando muy mal. Además, yo puedo presumir de mantener una banda de primerísima calidad y con perspectiva de entrar en el año siguiente con más fuerza.
-¿Qué sería se Santiago Auserón si cuando estuvo en lo más alto con Radio Futura hubiese aceptado entrar en esa vorágine de la que huyó?
-Estaría forrado como otros, como los compañeros que se han dedicado a lo económico. En la época de Radio Futura era muy fácil ponerse las pilas del negocio y pasar por el aro con resultados económicos muy interesantes. Para hacer eso siempre hay que contar con socios de gran tamaño que saquen una gran tajada. Si la otra parte no obtiene su tajada, no hay pastel para nadie.
-¿El reflejo de esa lucha es Juan Perro?
-Juan Perro es una decisión. Es la apuesta por darle prioridad al trabajo de investigación, a la búsqueda artística y el mensaje poético. Prioridad, esto no quiere decir, insisto, en que en los momentos de buena onda, se pueda volver a colaborar con la industria para hacer un proyecto concreto, aunque siempre sin espacios oscuros en los contratos. Mi decisión es que sin transparencia no hay trato, aunque tenga que tocar en el bar de la esquina o en la calle.
-¿Cuánto de liberación de espíritu tiene una actuación de Juan Perro?
-Mucha, muchísima, aunque siempre me ronda la preocupación de si podré pagar los sueldos de los colaboradores que tengo en mi oficina. Soy optimista, tal y como está rodando el proyecto, pienso que podremos seguir en la carretera. Hay que tener los ojos bien abiertos y crecer un poco cuando la suerte sea favorable y aceptar replegarse otro tanto cuando las cosas no vengan buenas.
-Se habla de los magníficos músicos de los que se rodea ahora Santiago Auserón...
-Me siento muy orgulloso. Siempre me ha gustado tocar con los mejores. Recuerdo bandas anteriores de Juan Perro alucinantes. Ésta es una banda especialista. Me arropo con tres cubanos maravillosos que crean un hechizo en los temas más desnudos y luego una fuerza y una marcha intensas en los temas más sabrosos.
-¿Qué repertorio presentará Juan Perro en Tenerife? ¿Sonará algo de Radio Futura?
-Tocaremos unas 20 o 22 canciones, depende de la noche. De esos, la mitad son una antología de los discos anteriores de Juan Perro y la otra mitad son estrenos, canciones que sólo se han podido escuchar en internet con alguna versión más bien casera. Ahora mismo no estamos tocando canciones de Radio Futura, pero es posible que para etapas posteriores sí hagamos algo.
-Habla de internet y llega la pregunta casi inevitable, ¿cuál es su postura acerca de las posibilidades de las nuevas tecnología? Internet, piratería...
-Hoy en día todo el mundo tiene en casa medios para editar. La tecnología digital está proporcionando al usuario una libertad de movimientos que llevan un poco al músico a su origen, a su libertad natural que había perdido. Otra cuestión es cuándo la música puede ser un regalo o cuándo se debe pagar por ella. Pienso que si se abriera un debate social se acabarían poniendo de acuerdo. Lo que no puede ser es que la música siempre esté en manos de grandes empresas que generan la situación del todo o nada. Si estás con ellos te convierten en un icono público pero, claro, se llevan más de la mitad de los beneficios, y si no, te quedas fuera de juego.
-¿Esa amplitud de miras suya, no le ha enfrentado a algunos de los compañeros de profesión que defienden lo contrario, que quieren limitar esas posibilidades de internet?
-Se están creando bandos, eso está claro, pero yo siempre procuro expresarme con mucha prudencia. Ahora no es el momento de lanzar posicionamientos lapidarios acerca de la propiedad intelectual. Lo que sí se debería hacer es propiciar un debate público que deje muy claro la historia de los registros de propiedad, cómo se ha convertido la grabación en un objeto en el que todo el mundo ha tenido que pasar por precios abusivos y en el que se han creado generaciones de empresarios que se han enriquecido con cantidades desproporcionadas. Cuando la gente se da cuenta de todo eso, cuando lo intuye al menos, se produce el efecto contrario. Y eso es lo que está pasando.
-Entre el empresario que se ha enriquecido y los usuarios que ahora consiguen el producto gratis están ustedes, los artistas.
-Primero explotados por los empresarios y ahora no tenemos más remedio que regalar el producto, es curioso.
Entrevista realizada por Eric Canino para La Opinión.