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05 de mayo de 2012

Juan Perro navega el Río Negro sobre la guitarra de Vinyals

Sabores cubanos, ritmos africanos y melodías texanas alumbraron un concierto en el que la guitarra de Vinyals cimentó la travesía del can cantor, obstinado en sus errores y virtudes. Pocos errores se dejaron ver sobre las tablas complutenses. Sin embargo, las virtudes fueron reconocidas por los alcalaínos que degustaron su sabroso cóctel musical.

El ‘alter ego’ de Santiago Auserón, ex líder de la ochentera Radio Futura, apareció en el escenario complutense por encima de las 22,00 horas. Andanada elegante, charla enrevesada, verso afilado y traje grana. Con esas galas y su guitarra, se sentó frente al respetable, afinó la de las cinco cuerdas y puso su zurda a caminar sobre ellas. Otro artista no hizo andar su diestra; la mandó bailar. Vinyals transportó la ‘Casa en el Aire’ de Juan Perro hasta el Río Negro, último álbum del artista y eje del espectáculo, que asaltó el resto de ladridos del maño.

Clamando por el descenso de una canción desde el cielo, empezó a marchar un concierto latino desde el primer compás, pese a la castiza y a la vez bohemia historia de José Rasca. Envueltos en humo, Perro invocó al demonismo alcalaíno y al de su socio musical antes de asaltar El Carro, grato aperitivo para el derroche de punteos de Poco Talento. Vinyals y Perro, Perro y Vinyals, poco tardaron en demostrar que el intimismo y recogimiento acústico, previsible ante un par de poetas recostados en sus sillas, no eran los ingredientes de la ‘Casa en el Aire’.

Sinvergüenza y bromista, Juan Perro cogió las riendas de una caravana del desierto texano, escenario del Río Negro, antes de coger el avión hasta otro estado ‘yankee’, camino de Nueva Orleans. La cuna del jazz y del blues invocó los Girasoles Robados, encendidos y apagados ante un auditorio cada vez más enchufado gracias al trovador Mirlo del Pruno. “Y esta me viene al pelo”, relató Perro antes de entonar Obstinado en mi Error, versos chulescos para Alcalá.

Poco tardó el artista en emborracharse de néctar, una de las canciones que se estrenaron con tino en el Paco de Lucía. Así, los zapatos del zaragozano se hastiaron de estar clavados a las patas de su silla. La solución, ponerse en pie y entonar No más Lágrimas, y si el micrófono ha quedado a su espalda, no es un problema para la balada de Juan Perro. Con voz desnuda y al son de los chasquidos entre la butacas, el artista se lució antes de bajar en el barrio de Malasaña, dos días después de la jornada más madrileño.

Las puntadas ‘country’ del bohemio rincón capitalino precedieron a la historia de Richard Branson. Emplazando a los complutenses a invertir sus ahorros en un viaje de una hora alrededor del mundo en vez de en “un ladrillo en la periferia”, el Juan Perro más divertido pilotó la Nave Estelar, un relato con moraleja: siempre conviene echarse una siesta bajo una higuera. El trabalenguas de la Charla del Pescado, la africana pasional Reina Zulu y el contagioso y latino Perro Flaco despidieron a Auserón por todo lo alto.

La guitarra con piernas catalanas y el zaragozano con sombrero gozaron dos minutos de ovación tras el escenario del Paco de Lucía, antes de regresar y regalar un postre musical, con la guinda bajo el marco de una puerta. A la entrada de la Fonda de Dolores murió el concierto de Juan Perro y Joan Vinyals, que se ganaron el derecho a volver antes de año y medio a Alcalá de Henares.

Crítica de Emilio Sánchez para el Diario Alcalá