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19 de noviembre de 2016

Juan Perro trío y el sol nuevo

En la red hay restos arqueológicos en alta definición de lo que se desprendió Juan Perro: de su nombre anterior y paralelo, Santiago Auserón, de la movida madrileña y el pop punk de Radio Futura, del hit Veneno en la piel y la tropicalización ibérica de los 90.

Desprendimiento para reclamar el blues en tu idioma (Bob Dylan lo reclamó dos veces - una como blanco, y otra como ex roquero); para estar hoy con toques clásicos o medievales del joven Gabriel Amargant y con la guitarra jazz de Joan Vinyals, el Demonio de Gracia; para reubicar una España perdida; para hacer el truco de repetir espectáculo como si fuera inédito y lo es, irrepetible y lo es; y para plantear la gran pregunta filosófica: ¿Queremos ser inmortales como el mosco en el ámbar? Adentro está el sol antiguo, afuera el nuevo.

Entre la concurrencia del Café Chocolate, varios españoles sobre los cuarenta y jóvenes sofisticados chilenos, había pocos que recordaran, como lo hizo Juan Perro, que ahí antes se ubicaba el Café del Cerro, por donde pasaron Congreso, Los prisioneros, Spinetta, Illapu, Inti-illimani, entre otros, y que cerró más o menos en el tiempo que se disolvió Radio Futura. Pasó de noche el parentesco entre la movida madrileña y el destape post-dictatorial en Chile, con más libertad sexual que de otro tipo, y con la prisa por apropiarse de lo que había venido desarrollándose en escenas metropolitanas menos represivas.

Lo que reconocí en mi escucha en vivo es la alternancia de la música, sutil en su desafío permanente de apropiación, y los poemas en prosa castellana del Juan Perro, en la reapropiación de la lengua donde el erotismo se liga a la filosofía. Antes de tocar la versión mía de la que publico esta copia infiel, se sacó del sombrero al despedirse del deseo adolescente, y dijo algo sobre la luz del Big Bang que aún refute en los huesos.

Fue la primera vez que Juan Perro venía a Chile, y por eso dio las gracias a la vida "como dice aquella". Yo también. Posee el valor sin parar de la primera vez; espero que no sea la última.

Critica de Carmen Avendaño para el blog La trampa de Venus.