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27 de agosto de 2015

La buena música detiene el tiempo

¿La vida pasa demasiado rápido?
Esa sensación la tenemos todos los que tenemos la suerte de llegar a una cierta edad. El tiempo se percibe como un continuo viaje que pasa cada vez más rápido, pero hay maneras de detener el tiempo, y una de ellas es la buena música. Cuando en una pieza musical se concentran todos los detalles, y uno siente que todos esos detalles son percibidos también por el que escucha, hay un momento mágico que convierte ese instante en algo que puede perdurar eternamente.

¿Qué ve cuando mira hacia atrás?
Una búsqueda apasionante y un aprendizaje de la música paulatino, lento y autodidacta, al que me han ayudado los músicos con los que me he ido relacionando. Eso es lo principal, pero también veo algo de desparramo, de descontrol, que me hubiera podido ahorrar [risas].

¿Qué persigue?
Hacer cada día mejores canciones, más pulidas, más selectas, y tratar de hacerlas llegar a más gente, tanto en España como en el ámbito latinoamericano, pero sin afanes, sin nervios, tranquilamente. De vez en cuando me gustaría parar a contemplar lo que tengo delante de mí; sea la naturaleza o un paisaje urbano.

¿Consigue hacerlo?
Algún día. Cuando lo hago me entra la duda de si no debería apartarme de la vida pública y dedicarme a una contemplación activa [ríe].

¿Pesan los años?
En el escenario, salvo que tengas un día aciago, se te quitan todos los pesos. El público te proporciona una levedad que te sostiene, que te empuja y te sopla. Lo que pesan son las cosas menos necesarias del negocio, los excesos. Hay que ahorrarse las ambiciones y las pretensiones. Para empezar a envejecer con dignidad y con cierta agilidad, es necesario seleccionar objetivos.

¿En qué confía?
En la naturaleza, incluidos sus daños. Es en lo que más se puede confiar; en el ser humano, no mucho.

El ser humano también es naturaleza.
No cuando se entrega al automatismo y no se responsabiliza de lo que le ha dado la naturaleza, que es la posibilidad de pensar. Todo piensa de algún modo, pero el ser humano está especializado en eso. Cuando renuncia a ello en aras de un bienestar dudoso, cuando es capaz de asumir bajo el lema de la libertad del estado un nuevo tipo de servilismo y de esclavitud, y cuando es capaz, por ejemplo, de votar a los corruptos porque eso le parece un principio de poder más estable que el debate público, ahí el ser humano no es de fiar.

¿Pesimista?
No mucho, no hay motivos para ser excesivamente pesimista, porque la vida siempre tiene momentos gratos; siempre evoluciona y siempre se pueden generar situaciones nuevas, cambios, revoluciones.

¿Por ejemplo?
Desde el 15M se perciben algunos síntomas en la sociedad española, aunque los quieran hacer parecer como una vuelta atrás. Lo que estamos viendo con los nuevos movimientos ciudadanos y las formaciones que se están creando en torno a ellos es simplemente un cambio generacional muy importante en España. Digo esto sin estar integrado en ningún partido. Para mí mantener mi independencia es lo más importante. Pero al mismo tiempo observo con cierta ilusión y esperanza esa transformación. El servilismo y el caciquismo son males endémicos en España y no es posible vivir feliz y contento asumiendo que pertenecemos a una comunidad que no puede superar sus males.

¿Qué propone para este jueves?
Una selecta revisión del repertorio con la ayuda de dos músicos excepcionales, Joan Vinyals y Gabriel Amargant. Y nuevos temas. Estoy ya muy cerca de completar un disco y ellos me ayudan a darle sostén a las canciones que todavía no se han registrado. Con Vinyals llevo cuatro años creando complicidad entre las guitarras y las voces, y Gabriel crea una cúpula y un sonido muy elegante, muy refinado. Son músicos muy especiales.


Entrevista de Rosa Martínez para el periódico La Verdad de Murcia.