Noticias


06 de octubre de 2010

"La nueva canción popular española es un negocio manipulado desde los despachos"

En 2008 daba carpetazo a la gira 'Canciones de Santiago Auserón con la Original Jazz Orquesta de Barcelona'; 24 músicos lo acompañaban entonces. Ahora sólo lo hace el guitarrista Joan Vinyals en un directo «que perfectamente podría llamarse Juan Perro al desnudo». En la nueva propuesta juega a dosificar algunos de los quince nuevos temas que podrían formar parte de su nuevo disco. La programación del teatro Casyc de Santander acoge este despojo de artificios el sábado, día 9, a las 20.30 horas.

En esto de la música, ¿usted también piensa que Internet tiene la culpa?
El mundo musical ha cambiado mucho en España de un tiempo a esta parte. Y una vez pasada la resaca de las novedades de la transición, en la que no se hacía más que prestar atención a las canciones recién nacidas, los hombres de negocios se llevaron el gato al agua. La nueva canción popular española ha desembocado en un negocio de la banalidad, manipulado desde los despachos. La iniciativa creadora apenas tiene reflejo...

¿No será que no hay mucha originalidad?
En absoluto. Digamos que son productos aquellos que se mueven en la primera plana de la actualidad, pero en todos los pueblos y ciudades hay jóvenes y no tan jóvenes que se trabajan la creación de nuevos géneros, nuevas sonoridades, y tienen mejor preparación técnica de la que teníamos nosotros.

¿Quizá fallan los referentes?
Falla el mero hecho de que la sociedad haya dejado de premiar la música inquieta, creativa, y que sólo atienda a la que aflora tras el negocio. El negocio funda fórmulas facilonas, porque se ha comprobado que vende a todos. Y todo lo que sea abrir nuevos caminos ya no se intenta, ni se apoya.

A favor de todo esto, Internet abre las puertas de la popularidad a muchos grupos jóvenes...
Pero al final sólo acceden a esos espacios los que ya están motivados y buscan...

En esas búsquedas de las que habla, usted se ha trasladado hasta Cuba...
El proceso de descubrimiento de la música cubana fue apasionante. Como ocurre con otras músicas, es muy interesante comprobar cómo existen vínculos, conexiones ocultas, rechazadas, que han sido reprimidas a lo largo de la historia. Cuando uno comienza a buscar aparecen esas raíces. La gente de mi generación tarareaba canciones en una lengua que no entendía. Y al final vemos que existen conexiones entre la canción eléctrica en inglés y algunas tradiciones.

Sobre Santander en concreto, el hijo del famoso bolerista Ibrahim Ferrer llegó a afirmar que en la capital cántabra quizá sonó el primer bolero...
Particularmente en los grandes puertos españoles existen esos rastros propios de la ida y la vuelta. La sensibilidad melódica cántabra y el bolero romántico de la posguerra tienen un impacto cercano en esas melodías folclóricas.

¿Sobre esas raíces profundiza cuando estudia y piensa sobre la música?
Digamos que soy, aún, un estudiante vocacional de letras y Filosofía. Cuando terminé la carrera no me seducía mucho la idea de opositar para dar clases en un instituto. Sí me llamaba más la investigación. Pero por entonces me di cuenta de que en el mundo de las canciones estaba la manifestación cultural y social por excelencia. Entonces vi que estudio y práctica musical no tenían por qué estar reñidas. Ahora, ambos mundos me sirven para equilibrar mi vida. Cuando paso mucho tiempo sobre los escenarios termino por echar de menos el estudio y viceversa.

En esos tiempos de estudio, ¿aprovecha para terminar la tesis doctoral?
Va muy lenta, muy lenta. Requiere mucha concentración y manejar una ingente cantidad de documentos.

¿Sobre qué versaba?
Sobre las formas culturales del sonido, el lenguaje y la música. Creo que para indagar bien en la base de todo esto hay que remontarse a la antigüedad, y lo paso muy bien revisando la cultura griega, por ejemplo.

Cuando el pensamiento no mira hacia el pasado, sino hacia la realidad social y política española de hoy, ¿qué viene a la cabeza?
Me viene a la cabeza un país que durante la transición se ilusionó con una vida pública renovada de viejos fantasmas, de corrupción y caciquismo, y que alumbraba un porvenir prometedor aún con las diferencias. Pero al cabo de unas décadas queda cierto amargor al comprobar que los que desean tener el poder nos llevan a recaer en las viejas tensiones, según ellos, irresueltas. El caso es que no están irresueltas, porque la inmensa mayoría de los españoles ya las superaron. Y el hecho reiterado de que la corrupción aflore en la clase política creo que es un hecho que requiere de una actitud por parte de los ciudadanos. No es de rigor aceptar todo esto.

Alguien dijo alguna vez que el español protesta mucho pero no actúa...
Nos hace falta una especie de segunda democracia en la que nos impliquemos más en las decisiones que nos atañan. Hace falta otra implicación de los ciudadanos, y sólo se puede conseguir a través de la educación en los jóvenes.

Con todo, ¿cómo es Juan Perro ahora?
Un poco más viejo y más perro. Que ha pasado a quedarse con una banda que son amigos y grandes músicos, pero sobre todo amigos. Y que acaba de terminar una maqueta de quince nuevos temas que no tiene prisa por grabar, y que irán sonando en los directos de esta gira.

Quiere ganar adeptos antes de pasar por el estudio...
Quiero irlos puliendo y redondeándolos. También me interesa que otros metan la mano, porque al final, si sólo soy yo quien los perfila, terminan por cargar con un sesgo que no me interesa.

Entrevista realizada por José Carlos Rojo para el Diario Montañés.