17 de noviembre de 2016
Auserón podría ser considerado un "rara avis" en el mundo del rock. El año pasado, por ejemplo, recibió el título de Doctor y Filosofía. Y en 2012 editó El ritmo perdido, un voluminoso ensayo sobre el influjo negro en la canción española. Sobre esa convivencia entre la faceta académica y el espíritu bohemio y rockero, el artista confiesa sufrir cierta tendencia ala dualidad. "Eso podría desembocar en el caos, pero trato de sacarla adelante con paciencia. Los músicos en gira se burlan de mí cuando me ven con algunos tratados gruesos en las manos. Aprovecho las horas de insomnio. Los libros me sirven para escapar del business, pero cuando consigo pensar en algo, pienso en el universo de las canciones, agarro la guitarra y surge el deseo de salir de viaje. Hoy parece monstruoso, pero en la antigüedad era normal que los cantores fueran letrados", asegura.
-¿Dirías que existe un hilván que una, de un modo invisible (o no) tu carrera musical, desde los inicios con Radio Futura hasta hoy?
-Hay un hilo invisible, es cierto, y es la pasión por las relaciones misteriosas entre el lenguaje y los sonidos musicales. Esa pasión motiva la búsqueda continua desde los inicios de Radio Futura hasta hoy, un aprendizaje sin fin. Soy consciente de que para ser bueno en un solo oficio hay que dedicarle la vida entera. Pero mi destino es así y me conformo con hacer lo mejor que pueda, pasando de la escritura al canto y de la guitarra a la filosofía. Mi papel es el de mediador.
-¿Cómo sintetizarías la etapa de Radio Futura?
-En tiempos de Radio Futura peleamos por convertir la mercancía musical en objeto artístico, por asentar adecuadamente el verso en castellano y meter las imágenes de mi país en la rítmica sincopada. Hoy en día hay muchos artistas valiosos que prolongan el reto de construir un rock latino comparable con la música popular anglosajona, cubana o brasileña. Radio Futura popularizó esa fórmula, pero tenía precedentes muy notables, en Argentina, sin ir más lejos.
-El eje de Juan Perro parece ser la curiosidad por explorar distintos géneros, con cierto espíritu camaleónico. ¿Ese fue un plan diseñado desde un principio?
-El universo de la canción en castellano es esencialmente mestizo, sus conexiones con el legado afroamericano vienen de hace siglos, pero ha sido necesario dar un enorme rodeo, visitar las fronteras, para hacerse consciente de que los roqueros españoles pertenecemos al circuito intercontinental. Cuando, tras la disolución de Radio Futura, empecé a acercarme al son cubano, parte de la crítica española me acusó de traicionar al rock y de entregarme a la salsa. Pero cuando Ry Cooder sacó Buena Vista Social Club, las críticas amainaron. Hoy empieza a estar claro este asunto. Los viejos soneros eran muy conscientes de manejar influencias de Nueva Orleans y de Harlem.
-En los comienzos de Juan Perro hiciste una gira con Kiko Veneno, ¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza cuando recuerdas ese tour?
-Las noches en la habitación de Raimundo Amador, después de cada concierto. Nos metíamos allí toda la banda, empezábamos por discutir la grabación del show en un DAT portátil que Raimundo se había comprado. Luego cantábamos y bailábamos hasta el amanecer. El baterista Antoñito Smash, que estaba estudiando armonía, nos hacia cantar motetes de Bach a cuatro voces. El guitarrista brasileño Edu Nascimento nos enseñaba clásicos de la bossa nova y acababa bailando rumba afrocubana. Los tipos del hotel se volvían locos tratando de acabar con la fiesta. Por la mañana había que esperar un buen rato a que Kiko despertase.
-La conexión con la música cubana ha sido una constante desde tu primer viaje en Cuba en 1984. ¿Cómo resumirías tu relación con la música de la isla?
-En mi primer viaje di con una cinta de Faustino Oramas, El Guayabero, que me voló la cabeza. ¡Aquello era puro talkin' blues! Volví a Cuba y viajé al Oriente para encontrarme con él. Me abrió las puertas del son, me presentó a músicos legendarios. Pasé años investigando y produje varias antologías, entre ellas la de Compay Segundo. Grabé el primer disco de Juan Perro en La Habana y me traje a algunos músicos a Madrid. Cuba me regaló los secretos del ritmo en mi lengua, la clave del encuentro entre África y España. Luego descubrí que algunos poetas del Siglo de Oro ya sabían algo del asunto.
-Hace unos años participaste de un tributo a Leonard Cohen, ¿Cómo te impactó la noticia de su partida?
-Escuché la primera canción de Cohen en un recopilatorio que se llamaba Llena tu cabeza de rock, en 1970: "You Know Who I Am", un tema sobre el aborto. En el tributo interpreté justamente ese tema, en español y en inglés. Le hice mi homenaje en vida. No soy capaz todavía de expresar mis sentimientos ante esta pérdida. Pero debo decir que mi relación con Leonard Cohen, y la de muchos como yo, no es simplemente de aficionado a artista del mainstream. Cohen era una especie de amigo desconocido.
Entrevista de Humphrey Inzillo para el periódico La Nación.