17 de junio de 2009
¿Por qué Radio Futura sigue siendo un referente en el ámbito musical español? Porque Radio Futura tuvo la suerte de encajar muy bien en esa sociedad que pedía novedades y nuestra práctica de intentar aunar un propósito artístico, casi de galería de arte, en el formato de la canción popular, se vio favorecida con la suerte. En nuestras canciones se reflejaron todas esas complicidades: las ganas de cambiar, de oír cosas nuevas, de contar cosas propias, y salieron unas canciones que tenían vida, electricidad, chispa…
Usted, junto a su grupo, tocaban rock y seguían uno ideales. Actualmente ¿siguen siendo los mismos?
La mayor parte del rock se ha transformado en una mercancía de consumo equivalente a otras, ha perdido una parte de la chispa que surge en situaciones reales y conflictos sociales. Poco a poco, ha ido pesando más el negocio que el aspecto creativo.
¿El rock español es una marca? ¿O suena el mismo rock aquí que en otros países?
Todavía no tiene unas características lo suficientemente asentadas, pero hay rasgos que hace que se note que las canciones son españolas porque tienen hallazgos que presentan una rítmica y unas imágenes propias de aquí. Pero sobretodo, creo que el rock en España tiene color local cuando se aviene a presentar la mezcla de culturas, que al fin y al cabo es lo que somos. Desde el punto de vista geopolítico somos frontera y nuestra historia siempre ha sido de encuentro entre culturas.
¿Es fácil mantener una actitud ética en el negocio de la música?
No, no es fácil, como en cualquier otro tipo de trabajo. No es fácil mantener la dignidad, el saber no plegarse pero a la vez contribuir al colectivo de trabajo, saber ser exigente sin que nadie te humille y a la vez tener algo que ofrecer. En la música, quizás por la rapidez que busca generar fortuna rápida, se hace más difícil no caer.
Para que un grupo de música sobreviva, ¿es necesario que se reinvente?
Depende de lo que admita la sociedad. Hay formas musicales que duran, más o menos, dependiendo de lo que la sociedad esté dispuesta a escuchar. Hay ritmos que tienen mejor fortuna que otras. Pero todo eso depende de una mezcla de trabajo y buena suerte. Los autores, individualmente, pueden verse aislados por situaciones culturales desfavorables.
Hemos vivido una época en la que algunos grupos de los 80, que se separaron y probaron suerte individualmente, se han vuelto a unir porque no han logrado triunfar. ¿Por qué es tan complicado crearse una imagen individual cuando se ha pertenecido a un grupo?
Es difícil porque los grupos, transformados en mercancías, se convierten en marcas comerciales. Todas las leyes del marketing dicen que una marca debe ser estable para durar en el mercado y que cuando el mismo producto se ofrece con otra marca, tiene un coste que el público, muchas veces, no reconoce con la misma facilidad. La dificultad de los artistas que han pertenecido a grupos famosos, para volver a colocar en el mercado proyectos, bajo su nombre propio u otro nombre de banda, es grande a nivel de marca comercial. Hay una resistencia, porque la gente tiende a preferir lo que ya conoce. Y los medios de comunicación tienden a repetir las fórmulas conocidas, porque tienen rendimiento de audiencia calculable de ante mano. Pero, la música popular es una mezcla extraña entre mercancía y arte, y desde el punto de vista artístico, los creadores están obligados a buscar una manera de romper esa inercia de las marcas para tratar de mantener viva su búsqueda y que el público mantenga una oreja despierta a la evolución. Y eso cuesta mucho trabajo.
En cambio, usted logró triunfar en solitario después de su paso por Radio Futura. ¿Qué ofreció para perdurar?
Yo he sido favorecido por la suerte en tres ocasiones. Una, mientras estuve en Radio Futura, la segunda vez fue cuando disolvimos el grupo y yo imaginé el personaje de Juan Perro y la tercera fue cuando tuve la suerte de poder traer el viejo son cubano a España.
¿Se considera un músico versátil?
Me considero inevitablemente condenado a buscar la frontera entre los géneros. No puedo limitarme a usar uno solo porque estoy educado en la escuela del Rhythm & Blues callejero y en el rock primitivo de los grandes grupos anglosajones de los 60. Para averiguar como puede generarse un movimiento de canciones españolas, me he tenido que acercar a la manera de cantar de los negros que hablan español, a los instrumentistas… entonces, todo eso va matizando la búsqueda y me condiciona de una manera positiva. Pero a la vez no renuncio a lo que considero que es mi propio destino: hacer canciones cabales dentro de esa tradición callejera y perruna.
¿Le afecta la crisis en su profesión?
Sí, naturalmente. A lo largo del último contrato discográfico he visto como las ventas caían de una manera muy importante y eso repercute en los ingresos por la venta de discos y los derechos de autor. Pero en mi caso, si estoy despierto a la hora de tocar, puedo mantener la oficina abierta.
¿La música española recibe el apoyo que necesita por parte del Ministerio de Cultura?
No del mismo modo que se apoya otras artes como el cine. Considero que la subvención pública para las artes no es lo suficientemente buena. Se puede llegar a una situación en la que la ayuda pública influya en que se hagan producciones que no tienen una necesidad que sale del fondo de la sociedad. A veces, la ayuda pública hace desembocar a las artes populares en la mediocridad. Sin embargo, creo que hay que exigirnos una cierta responsabilidad compartida. Más que ayudas y subvenciones, la gestión pública tiene la obligación de crear los medios y las infraestructuras que favorezca el desarrollo de las nuevas generaciones en el mundo de las artes. Más que financiar los proyectos, lo que tienen que hacer es, por ejemplo, que los locales de ensayo en las grandes ciudades no cuesten como pisos de cien metros.
Entrevista realizada por Roser Vilar para Noticias.com