Noticias


20 de marzo de 2022

Santiago Auserón: “Mi motivación desde chiquillo siempre ha sido adaptar el blues al verso en español”

Santiago Auserón, al frente de La Banda de Juan Perro, publica su esperado nuevo álbum Libertad el próximo viernes. Ese mismo día ofrecerá en el Teatre Romea la primera de sus tres presentaciones públicas, en sesión privada para  invitados, retransmitida públicamente en streaming en directo a las 12 h y visible en la web de La Vanguardia. La sesión se reemitirá ese día a las 22 h.

Ese estreno es resultado de una iniciativa de Àfora Focus/Fundació Romea y La Huella Sonora –oficina de producción artística de Auserón– con la colaboración de La Vanguardia y de la emisora de radio mexicana Reactor 105.7 FM.

Después de esa presentación, el miércoles 30 de marzo lo mostrará ante un público reducido en el Milano Jazz Club de Barcelona y el viernes 1 de abril se hará el estreno madrileño en el Café Berlín. Auserón (Zaragoza, 1954), con residencia en la Barceloneta desde hace años, explica los pormenores de una obra muy sentida para él.

¿Cómo será el concierto de estreno en el Teatre Romea de este viernes?

Fèlix Riera, que es el responsable de organizarlo desde la Fundació Romea, ha propuesto que en el escenario la banda esté rodeada de público. Será la primera vez que suenen las nuevas canciones en vivo, todas las del disco y en el mismo orden. No hemos querido ni siquiera rodarlas. Y luego está el concierto en el Milano, que será público pero en petit comité, noventa entradas, en un ambiente vintage, de club nocturno. Aquí haremos todos los nuevos temas pero seguramente tendremos que preparar un bis generoso con otras cosas, lo que surja.

En noviembre pasado presentó en el Teatre Coliseum su anterior álbum y ahora ya tiene uno nuevo. ¿Hiperproductividad o efectos pandémicos?

Fue la presentación del anterior, Cantos de ultramar , porque estaba retrasadísima. Es un disco elaborado con mi sexteto, es decir, los músicos de jazz con los que trabajo de las diversas escuelas catalanas de jazz. Gente muy notable, de primerísimo nivel. Habíamos pasado años elaborando la sonoridad y el repertorio de esos doce temas que se grabaron en 2019. Tenía que haber salido en abril de 2020 pero en marzo llegó la interrupción de todo. No vio la luz y me decidí a sacarlo en noviembre de ese año, aunque solo fuera para difundirlo en redes porque todo estaba cancelado. En cualquier caso, ese disco era la culminación de un proceso muy largo, que yo comencé precisamente con la complicidad de Joan Vinyals, que en gloria esté.

¿Puede resumir ese proceso creativo?

Cuando yo me decidí a volver con Juan Perro después de algunos proyectos alternativos, como el disco Las malas lenguas con mi hermano Luis o el álbum con la orquesta del Taller de Músics, me encontré con la posibilidad de colaborar con Joan y vi que era la persona idónea para mí en ese sentido. Era no solo ecléctico sino que era auténtico en todos los palos que tocaba. Roquero nato desde la infancia, había evolucionado hacia la música negra y por otra parte se había graduado como profesor de jazz en el Esmuc y había ejercido como profesor en el Taller de Músics durante veinte años. Era un hombre entre el rock y el jazz idóneo para mí. Además antes de formar la banda tocamos mucho en dúo en escenarios pequeños y fue el que me aconsejó a quién debía agrupar para alcanzar la sonoridad que necesitaba. Había una complicidad muy cercana, por lo que su desaparición el 4 de enero pasado ha sido para mí un palo tremendo.

Y eso desembocó en...

En formar la actual banda y hacer ese primer álbum Cantos de ultramar en Barcelona, que era como la muestra de ese proceso de maduración, de repertorio y de sonoridad. Y a partir de allí y viendo que la pandemia se estiraba, decidí aprovechar las nuevas cancelación para avanzar y acelerar la composición y estar dispuestos por si en 2022 se podía volver a trabajar ya. Quiero recordar que las canciones de Cantos de ultramar ya las había editado anteriormente en formato acústico en el álbum El viaje en 2016. Ahora me faltaba ver sobre material realmente nuevo cómo funcionaba la banda y que podía ocurrir de manera imprevista. Es lo que hemos hecho en este nuevo Libertad. 

¿Cuyos temas son originales suyos y creados en pandemia?

Sí, he tardado un año en composición y casi todos los arreglos; fue rapidísimo y con mucha interacción con la banda [Joan Vinyals, Isaac Coll, Pere Foved, Gabriel Amargant y David Pastor].

¿Por qué Libertad?

No me refiero a la libertad de tomar cañas ni de ir a los toros o a misa. Significa una reflexión que me vengo haciendo desde la adolescencia aplicada a mi vida propia, ahora ya al filo de la tercera edad. Tiene que ver con lo que significa para mí la pelea por la libertad, por la supervivencia con un espíritu libre... esa es la referencia del título. Y de algún modo en la colección de diez canciones del disco cada una aporta como una faceta a esa visión del ejercicio siempre problemático de la libertad.

¿Cuáles son las cañas musicales que han empleado para dar forma a las canciones?

Lo resumiría en una raíz troncal que es la adaptación del blues al verso en español. Esa es mi motivación desde chiquillo. Y de allí derivan diversos estilos roqueros hasta llegar incluso al reggae y el hip-hop. Y a lo largo del camino se me ha ido contagiado el deseo de mejorar en la armonía, de manejar un poco más la guitarra, de trabajar la voz cerca de los vientos...

¿Cómo se definiría entre estas variadas estilísticas?

Roquero, roquero. La gente cuando digo esto, me lo discute, y yo contesto que soy roquero de la calle de Zaragoza, de la ribera del Ebro, educado en el rock and roll de finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta , y también en el soul. Y esa herencia afroamericana contagia a los blancos, y yo soy hijo de ese segundo contagio por decirlo así y del contagio de los grupos británicos. Soy roquero de configuración anímica y de corazón, pero lo que sucede es que la música que yo hago está movida por el deseo de investigar, de averiguar. Y por eso acabo tocando son cubano, o cosas más jazzísticas, o más roqueras, o boleros con soul, o de rock y son.

¿Cuál sería la definición?

Mi espíritu es roquero y luego practico un abanico de géneros fronterizos. Para mí el rock es un camino de conocimiento y de aprendizaje: parto del rock y me dirijo a otras fronteras.

Volvamos al álbum. Acabó de grabarlo en octubre y...

Se lo envié al productor Joe Dworniak para que hiciera las mezclas; él es el productor de los discos internacionales de Radio Futura [y de Paul McCartney, Kiko Veneno, Style Council, Jarabe de Palo...]. Quería otro criterio que me ayudase a fijar la sonoridad de la banda; porque los temas en esta también son un poquitín más roqueros que en el disco anterior.

En su opinión, ¿cuál es el resultado final?

Ha quedado muy elegante. Y para lo maniático que soy en el estudio, he dejado algunas imperfecciones y solturas, que la gente luego agradece porque suena más descarado. Yo estoy contento con el resultado final, y ya me estoy acostumbrando, por efecto de la edad, a que la pretensión de hacerlo todo perfecto no mola nada. Lo decía hace unos días en una entrevista el eximio y nunca suficientemente ponderado Pau Riba, que lo de la perfección formal era un cuento chino. Bueno, yo estoy con él, aparte de que me gustaría dedicarle un recuerdo en esta entrevista a Pau, al que he tenido un gran afecto desde mi adolescencia.

Joan Vinyals tocó con él.

¿Con quién no ha tocado Joan Vinyals en Catalunya? Mejor dicho, ¿quién no ha tocado con Joan Vinyals en Catalunya? Cuando yo estudiaba en la Complutense los grupos de moda en Catalunya venían a la universidad, a Madrid, cosa que ya no ha vuelto a ocurrir desgraciadamente. En aquel ambiente universitario veíamos con frecuencia a la Dharma, a la Mirasol, a Pau por supuesto, a Sisa por supuesto, a Oriol Tramvia... eso era material común de nuestra cultura. Y antes ya se hablaba de Picnic, donde estaba Toti Soler, de Máquina!, de Música Dispersa... Y al cabo de todo eso, para mí es como un honor y un lujo absoluto que me ha procurado la vida el vivir al menos una parte del tiempo en Barcelona y poder entrar en esa tradición. Y Joan fue la llave que abrió el relacionarme con la tradición de la música catalana.

Pero no ha tenido más remedio que sustituirle en el grupo.

No llegó a oír el disco mezclado. Es muy jodido. Y que quede claro: se contagió muy rápido de la covid en un ensayo después de un concierto que dimos como dúo el 11 de diciembre en Ibiza. Él tardó unos días en ingresar en el hospital, y tres o cuatro días antes de fallecer, ya desde la UCI, me envió un wasap diciéndome que para un concierto que teníamos que dar en Logroño unos días después el no creía estar en condiciones, aunque sí que se iba a recuperar. Y que para ocupar su lugar el que iba a entender mejor lo que estábamos haciendo era Vicenç Solsona. Es decir, músico de jazz, de la cuerda del Taller de Músics, clave en la trasformación pedagógica del Taller. Es un guitarrista espectacular y además muy buena persona, y en el grupo hay un ambiente familiar de amistad que no queremos romper. Vincenç conoce a todo el mundo del grupo y todos le conocen a él, y es que además de ser un jazzman espectacular, es sonero. Ha trabajado con mogollón de soneros y afrolatinos, toca el tres cubano y canta muy bien, sonea mejor que yo.

Al principio hablaba de recrear un ambiente vintage en la presentación del Milano. Hablar de vintage ¿no conlleva hablar del pasado? ¿no remite a algo añejo?

Yo ya tengo claro desde hace bastantes años que cuanto más atrás pueda a ampliar mi perspectiva, mejor. En particular como roquero de la calle de la ribera del Ebro me toca la fibra la música que mantiene a estas alturas aquella chispa del encuentro entre negros y blancos del segundo tercio del siglo XX. Por eso, para mí vintage significa no simplemente hacer música que suene a antigualla, que también me gusta esa provocación, sino sobre todo porque creo que la música de aquellos años tenía una especie de chispazo que creo que no se debe perder. Porque la característica más importante y determinante de la música popular de ahora, de las nuevas músicas urbanas, es que está hecha por ordenador, ya no es un estilo. Y creo que allí sí que hay una pelea por hacer. Es un tipo de mainstream calculado únicamente para el negocio, es decir, en el que cuenta más el cálculo del negocio que la elaboración artística.

De la misma manera que la tecnología por un lado ha permitido democratizar el consumo de la música, por el otro es la gran amenaza par la creatividad. ¿Es así?

Vamos a ver, es una paradoja relativa. Yo creo que eso es así si contemplamos solo lo que prima en la actualidad, pero la realidad social no se reduce a eso. La música está viva en todas partes, en todas las casas y en todas las calles del mundo, porque es una necesidad básica, y no se va a reducir al mainstream por mucho que lo hagan ver los medios. La diferencia ahora de una practica ya habitual antes, la de inducir la popularidad de una mercancía musical, es que es una práctica excluyente: lo que no pase por allí no tiene cabida en el mercado. Los roqueros estamos alcanzando el honor de convertirnos en artistas minoritarios al igual que la tradición de los poetas, de los clásicos, de los contemporáneos, de los jazzeros. Y eso, insisto, es un honor, merezcámonos la supervivencia de resistir allí como los artistas más selectos.

Entrevista de Esteban Linés para La vanguardia. 

Fotos: Josep Lago